Capítulo 1  

*—Charlie:

Quizás estaba tomando de más.

Charles Winters, llamado cariñosamente por sus cercanos Charlie, se mordió el labio y se bebió de un trago el contenido de su vaso el cual era whisky, era mejor tomárselo que desperdiciarlo. Dejó el vaso de cristal sobre la mesa de hierro forjado y miró hacia el cielo ennegrecido. Había salido a tomar un poco de aire a fuera del hotel donde se celebraba la fiesta del patriarca de los Bryant.

Soltó un suspiro mientras cerraba los ojos y dejaba que la fría brisa le acariciara la cara, refrescándolo un poco. No quería estar en aquel lugar pero tenía que estar allí. Era uno de los mejores amigos del tercer hijo del agraciado señor Bradley Bryant, Christopher. Como cercano de la familia ya que conocía a los ojos hijos del cumpleañero y su familia era cercana a los Bryant también, tenía que estar en aquel lugar a pesar de que no lo deseaba. ¿Por qué no lo deseaba?

Simple. Charlie hizo una mueca mientras veía que la pareja del momento salía del hotel al jardín, buscando luego una mesa donde sentarse. Charlie desvió la mirada lejos de la pareja, estos eran Robert Bryant y Brianna McKay. El primero era el primogénito del cumpleañero y hermano mayor del mejor amigo de Charlie y la segunda era su prometida y la mujer por la que Charlie moría, un poco.

Bueno, él no moría tanto por ella, pero si tenía sentimientos por Brianna. Esta había trabajado para él por un corto tiempo como su asistente y Charlie se había sentido completamente cautivado por aquella mujer de belleza exótica y fresca. Ella era muy hermosa, era alta y delgada con unas curvas ahora más pronunciadas que antes y Charlie no quería imaginarse el porqué de ello, pero tenía que admitir que se veían muy bien en ella. Tenía el pelo castaño y largo, aunque este ahora mismo estaba recogido en un moño elegante, dejando al descubierto su largo y hermoso cuello.

Lo que más le encantaba de ella era que Brianna era una chica muy amable y servicial. No la amaba, no, pero se sentía muy atraído hacia ella. No se había sentido tan atraído por alguien desde hace mucho tiempo. Lo único malo era que esta dibujó lo bastante bien la línea entre ellos aquella vez que Charlie intentó pasarse de la raya. Se rió. Si, cuando esta había sido su asistente, Charlie la había llevado con él a New York para una conferencia, pero le había mentido un poco.

Volvió a soltar una risita ya que el recuerdo le parecía un poco divertido a pesar de que pensar en ello lo hacía sentirse un poco triste. La conferencia solo duraba un día pero Charlie le había mentido y le había dicho que duraba tres ya que en aquel tiempo, Brianna estaba comenzando su relación con Robert y Charlie había querido hacer todo lo posible por separarlos. Fue un buen plan al principio, Brianna no sospechó nada y Charlie había movido algunos hilos para poder cerciorarse de ello pero al final nada resultó bien. Como Charlie la había llevado a la conferencia para mostrarle a su odioso padre Peter Winters que era muy feliz y hacerla fingir que esta era su pareja, él nunca pensó que Brianna plantaría los pies y le daría su merecido. Si, Charlie trató de besarla delante de su padre y esta lo abofeteó cuando intento hacerlo, la charada que había intentado hacer se desmoronó en aquel momento y fue la burla de su padre, y todavía debía de serlo, había sido vergonzoso. Después de eso, Brianna lo perdonó por lo que él había tratado de hacer con ella e hicieron las paces pero Charlie no había podido olvidarla aun. Ella se le había adherido al corazón de una manera muy distinta.

Charlie se rió. En verdad, su amigo Nick O'Brien y él estaban jodidos por estas gemelas que le estaban haciendo la vida algo imposible. Su amigo, al igual que él, moría por la gemela de Brianna, Shanna.

Deseó otra copa para ahogar sus penas. No deseaba pensar en nada. Debería llevarse de los consejos de sus amigos, estos le decían que se olvidase de Brianna y que comenzase a pensar en otras chicas pero… Charlie pasó su avellana mirada por el jardín, buscando alguna chica con la cual disfrutar esta noche. Él no se iba a ir a su piso solo. No podía hacerlo. Ya estaba bueno de estar arrepintiendo de su fallido matrimonio y de su fracasado intento de conquistar a Brianna McKay.

Una sombra se cernió sobre él. Charlie rápidamente levantó la mirada hacia la sombra topándose con una chica rubia con unos brillantes ojos azules. ¿Qué? ¿Dónde había visto esta chica antes? La chica sonrió y en ese momento un bombillo se prendió en su mente. Ah, sí, ya sabía quién era, la había visto hace unas horas, era una prima de Chris pero… ¿Qué hacia ella allí?

La chica rubia ladeó la cabeza y luego se movió, sentándose frente a él. Charlie arqueó las cejas. ¿Qué quería esta chica con él? A penas había hablado… ¡Espera! Ni siquiera habían intercambiado palabras. No lo entendía.

Charlie se cruzó de brazos y miró a la chica. La chica era rubia aunque sabía que esta se teñía el cabello, las raíces oscuras comenzaban a vislumbrarse y por ende, el gen dominante de los Bryant era muy poderoso, todos tenían los ojos azules y el pelo azabache, era algo característico de ellos, además de otra cosa, era muy guapos todos, incluyendo mujeres, porque esta chica frente a él era guapa, y mucho.

Umm… Esto resultaba interesante. Había una chica guapa frente a él.

—Hola—Charlie tomó la delantera saludándola con cortesía.

La chica volvió a sonreír.

—Hola—murmuró la chica con una dulce voz, su voz era bonita, le gustaban las voces bonitas, además de la portadora de esta.

Charlie la miró sin discreción alguna. Aquel vestido azul electrizado le quedaba como un guante al cuerpo el cual tenía muy voluptuoso. ¿Qué edad tenia exactamente? Porque tenía unas tetas que parecían bonitas a simple vista ya que el vestido con escote corazón dejaba ver el valle sobre sus pechos y el comienzo de estos. Se pasó la lengua por los labios. Estaba sorprendido. Estaba mirando a una mujer que no fuese Brianna. Se preguntó que ella respondería si él le preguntaba lo que había estado tratando de buscar desde hace un rato.

—¿Quieres acostarte conmigo?—preguntó Charlie sin tacto alguno.

La chica abrió la boca sorprendida y Charlie cayó en cuenta en lo que había dicho. Se llevó una mano a la boca. ¿Qué mierda había dicho? ¡Le había pedido que se acostase con él de un tirón! Ni siquiera la conocía. ¡Oh por Dios! Debía de ser alcohol.

—Lo siento mucho yo…—comenzó a disculparse Charlie pero la chica rió frente a él y luego negó con la cabeza.

—¿En serio me acabas de preguntar si quiero acostarme contigo?—preguntó y no parecía ofendida por ello. ¿Acaso le agradaba la idea o algo así? Si él hubiese sido una chica y un hombre de la nada le preguntase esto, hace tiempo que este estuviese con una bofetada plantada en la mejilla.

—He bebido demasiado—dijo Charlie rápidamente, intentando buscar alguna excusa. Si, estaba algo pasado de copas, pero no estaba tan al límite todavía.

—Contéstame—pidió ella poniéndose seria de un minuto a otro.

Charlie sintió las mejillas calientes. Se estaba sonrojando. Maldición.

—Emm…—ladeó la cabeza—Si, lo pregunte.

La chica se quedó sorprendida una vez más y luego se puso de pie. Mierda, iba a lanzarse el vaso con los restrojos del hielo que había quedado. Charlie lo esperó pero la chica se quedó de pie frente a él, mirándolo fijamente para después extender una mano hacia él. ¿Qué?

—¿Eh?

—Sí, quiero hacerlo.

¿Qué? ¿Había escuchado bien? La chica sonrió. Si, ella había aceptado acostarse con él a pesar de que no se conocían para nada. Charlie movió la cabeza. ¿Qué debía de hacer ahora? Había tirado la pregunta y la chica había aceptado. Esta ladeó la cabeza, quizás esperando ahora por su respuesta. Se mordió la mejilla por dentro y se puso de pie. Él era un hombre y él había decidido disfrutar aquella noche, aquella chica frente a él quizás quería lo mismo que él. Una noche desenfrenada de sexo sin ataduras.

Aceptó la mano.

.

.

.

*—Jenna:

Cuando había salido al jardín de aquel hotel no pensó que las cosas se tornarían de esa manera. Había estado persiguiendo por todo el salón de fiesta del hotel a Charlie hasta que por fin lo divisó, fue hacia él con la finalidad de coquetear y hablar con él para saber más cosas pero una vez que se sentó frente a él en aquella mesa de hierro forjado, este la había saludado y luego le había tirado una gran propuesta que Jenna no dudó en aceptar.

Ahora se dirigían hacia una de las habitaciones de aquel prestigioso hotel. Estaban encerrados en el ascensor a punto de llegar a un cuarto para pasar una larga noche juntos, Jenna no iba a desaprovechar la oportunidad que se le había aparecido. Sentía la presencia de Charlie detrás de ella y esto la estaba calentando, tanto así que comenzaba a sentir su sexo palpitar de deseo. Su colonia y olor masculino estaban danzando en aquella caja de metal volviéndola algo loca, estaba loca por llegar al cuarto y ver lo que se le tenía preparado.

La campana del ascensor sonó, indicando que habían llegado al piso correcto. Tragó nerviosa al ver las puertas de metal abrirse frente a ella. Oh mierda. Sentía las manos sudadas. Vio por el rabillo del ojo como Charlie se colocaba a su derecha y luego tomaba su mano entre la suya. Esta era grande y masculina, tenía los dedos largos y era algo suave para ser un hombre. Charlie debía de trabajar con papeles en una oficina. Le gustaba eso.

Le apretó la mano y juntos salieron del ascensor hacia largo y amplio pasillo. Comenzaron a moverse hacia la izquierda, Charlie miraba hacia los lados, buscando la habitación indicada mientras que Jenna moría de los nervios. Al fin se detuvieron frente a una puerta de madera preciosa. Charlie soltó su mano y sacó de su chaqueta la tarjeta que abría la puerta. Era ahora o nunca.

Charlie miró hacia ella una vez la puerta abierta, como pidiendo su opinión, esperando que ella quizás se negase pero Jenna se colocó derecha y aceptó. Si, sabía que era un poco zorra, estaba actuando como una pero estaba tan cautivada por este hombre. No lo entendía. No sabía nada de este, solo su nombre de pila y estaba a punto de acostarse con él.

Una sonrisa deliciosa se dibujó en los labios sexys de Charlie y luego tomó otra vez su mano, conduciéndolos hacia dentro del cuarto. Charlie cerró la puerta detrás de ellos y luego Jenna sintió sus fuertes brazos rodear su cintura, acercándola a su cuerpo masculino. Jenna soltó un gemido al sentir lo muy excitado que estaba Charlie detrás de ella. Su erección acariciaba la curva de su trasero.

—Lo siento—escuchó como él se disculpaba—Ha pasado tiempo desde la última vez.

Jenna movió el trasero hacia atrás, sintiendo más la dureza de su erección. ¡Dios! Esto se sentía magnifico.

—Está bien—dijo Jenna. No importaba. Ya que ella también tendría que decírsele que era una virgen con mucha teoría. No sabía cómo se lo tomaría pero no iba a decírselo en aquel momento, esperaría hasta que el estuviese lo suficiente caliente para que el no abandonase cuando se lo confesara.

—Me gusta tu trasero—murmuró Charlie sobre su oreja izquierda, haciendo que Jenna diese un sobresalto por la sensación de su cálido aliento sobre su sensible oreja. Jenna volvió a dar otro respingo cuando él movió las caderas detrás de ella, haciendo que su erección acariciase más su trasero. La tela de su vestido era muy fina y ella había optado por una tanga, lo que hacía que se sintiese mejor. Se preguntó si él estaba sin ropa interior ya que se sentía tan cerca.

Bueno, era hora de averiguarlo. Se dio la vuelta entre sus brazos, encarándolo, mirándolo a los ojos. Estos se habían tornado algo más oscuros y su cara tenía una expresión de anhelo. Se acercó a él y le pasó los brazos por el cuello, acercando su cara, pero antes de que ella lo besase, Charlie tomó la iniciativa y unió los labios con los de ella.

¡Oh dioses del olimpo! Si antes había pensado que este hombre era magnifico tenía que agregar que era súper mega magnifico. ¡Como besaba de rico! Jenna se apretó a su cuerpo mientras movía los labios sobre los de Charlie, saboreando el sabor de whisky de sus generosos labios. Sintió como él anclaba las manos en su trasero, levantándola hacia él para qué sintiese su erección. Ahora que estaba de frente la podía sentir mucho mejor. Quería que él le quitase la ropa rápido ya.

—Charlie—susurró Jenna sobre sus labios.

Charlie rompió el beso y la miró con sus brillantes ojos.

—¿Sabes mi nombre?

Jenna lo miró con las cejas arqueadas.

—Chris te presentó, ¿no recuerdas?

Charlie se quedó en silencio y luego se apartó de ella, empujándola con suavidad por los hombros con sus manos. Jenna se movió hacia atrás mientras veía a Charlie pasar por su lado mientras se pasaba las manos por el pelo. ¿Qué había pasado?

—Charlie—lo llamó.

Este tiró de su pelo con una mano mientras se giraba hacia ella. Tenía una expresión liada. Jenna se ruso de brazos. ¿Acaso era porque era prima de su mejor amigo? ¡Vamos!

—¡Esto no puede suceder!—exclamó Charlie negando con la cabeza.

Jenna puso los ojos en blanco.

—¿Por qué?—preguntó Jenna aunque ya sabía la respuesta.

—¡Eres la prima de Chris!

—¿Y eso que tiene que ver?—preguntó Jenna con tranquilidad. Sí, es que no era la primera vez que la rechazaban solo por ser prima o hermana de alguien. No, no era la primera vez, así que ya estaba algo acostumbrada.

—Los amigos no se meten con los familiares de los amigos—dijo Charlie—Es una regla.

¿En serio había esa regla? Se lo había estado preguntando desde hace un tiempo. Claro, cuando eras rechazada por la misma razón de siempre, uno se hacía preguntas y esa había sido su pregunta desde entonces. Movió la cabeza. Esta vez, ella no se dejaría joder por esa puta “regla”.

—Créeme que lo sé pero la cosa es que no soy tan cercana a Chris o a Robert—dijo Jenna. Si, había sabido de ellos hace tiempo, cosa que no le iba a decir, pero fue no hace mucho que al fin le puso una cara a los nombres—A penas me acabo de enterar que existen como para que siga esa estúpida regla—murmuró ella.

Charlie se tapó la cara con la mano que había tenido su pelo. Jenna observó el movimiento maravillada. Charlie tenía una mano grande. Le encantaba.

—No es estúpida—dijo Charlie—Te respeto—dijo este quitando la mano de su cara.

—No quiero que me respetes—dijo Jenna sintiéndose algo loca por lo que dijo. En verdad si quería que la respetase pero también quería que el fuera sucio con ella, que no se cohibiera por aquella regla de que los amigos no se liaban con las hermanitas, o algo así.

—¿Qué edad tienes exactamente?—le preguntó Charlie.

Jenna se asustó. ¿Su edad? Obvio que no le iba a decir que tenía casi 18 pero a veces, cuando se maquillaba y se vestía muy femenina parecía una mujer más mayor.

—¿Acaso importa?—le preguntó Jenna rehuyendo a la pregunta. Podía mentir fácilmente, pero en verdad no quería mentirle.

—¿Por qué quieres acostarte conmigo?—preguntó Charlie entonces. Charlie se la quería poner difícil—Apenas nos conocemos.

—Sí, lo sé pero quiero hacerlo—dijo Jenna encogiéndose de hombros.

—Hay más hombres allá fuera—continuó Charlie negando con la cabeza—Estoy seguro que algunos de ellos estará más que feliz si te le acercas con dicha proposición.

Si, había muchos chicos allá afuera, pero ella lo quería a él. No le gustaban los chicos de su edad ni otros, le gustaba aquel hombre de mandíbula fuerte frente a ella. Jenna Bryant solo quería a Charlie.

—Te quiero a ti—le dijo Jenna con seguridad.

Los ojos avellanas de Charlie se abrieron sorprendidos y Jenna vio un atisbo de sonrojo sobre sus mejillas. Soltó una risita. Eso había sido lindo. Así que se acercó a él nuevamente y levantó las manos hacia su hermoso rostro. Abarcó su cara con las manos e hizo que Charlie la mirase a la cara. Tenía unos labios sensuales que ella iba a besar. En verdad lo deseaba. Llámenla zorra o lo que sea, pero a veces en la vida te encontrabas con un hombre al que deseabas atar a un cama y nunca dejarlo ir y bueno, esta era su oportunidad, se dijo eliminando la distancia que separaba sus bocas.

.

.

.

*—Charlie:

Su cuerpo se sentía muy pesado.

Sus ojos se abrieron y se toparon con un techo completamente desconocido para él.

Okay, primero, no estaba en su habitación. Su techo no estaba tan decorado con aquellos bordes en la bombilla y segundo, Charlie movió su cuerpo entumecido pero no consiguió mucho. ¿Qué mierda?

Abrió los ojos desmesuradamente al darse cuenta del porque no podía moverse.

Mierda.

¡Oh Dios!

Quiso gritar pero el grito desapareció cuando aquel cuerpo femenino se movió como si fuera un gatito. ¡Oh Dios! ¿Que había hecho a noche? Volvió a cerrar los ojos y obligó a su mente a rebobinar los recuerdos de la noche anterior.

Okay. Recordó que había bebido un poco porque la chica que le gustaba había estado muy melosa con su novio y porque su vida era un asco, después vio a esta chica rubia sensual y… Abrió los ojos. Si, lo recordaba. Bajo la mirada y observó a la chica que yacía desnuda sobre él. La mitad de su esbelto y escultural cuerpo estaba sobre él.

Charlie se pasó la lengua por los labios que estaban resecos. De tan solo echarle un vistazo a aquella chica esta lo excitaba. Era hermosa y muy guapa. ¡Qué cuerpo tenia! No pensó que se acostaría con ella. Había estado negándose anoche pero en el instante en que sus generosos y seductores labios estuvieron sobre los suyos, él perdió todos sus sentidos y…

Miró hacia sus pechos. Podía ver uno de ellos ya que el otro estaba aplastado sobre su costado. Este era muy generoso y tenía las puntas de una tonalidad rosácea. Charlie recordaba haberlos tenido en su boca y habia sido delicioso. Maldición. Se estaba excitando otra vez y no, no podía caer en la tentación de nuevo. Lo de anoche había sido algo exclusivamente de anoche. No se podía hacer otra vez.

—Jenna—murmuró Charlie el nombre de aquella chica rubia.

Jenna se removió en el sueño y se pegó más a él. Charlie gimió y bajo la vista hacia su propio cuerpo. La mitad de este estaba cubierto por la sábana blanca pero él podía ver como su miembro viril se levantaba por debajo de esta. Él quería más.

—Jenna—la volvió a llamar y esta vez, tuvo resultado.

Jenna se movió sobre él y Charlie vio como ella abría sus ojos lentamente. Levantó la cabeza hacia él, sus ojos se toparon y Charlie tuvo ganas de volver a hacerla suya. Ahora a la luz del día, Jenna se veía mucho más caliente que la noche anterior, con sus labios hinchados y su maquillaje estaba un poco corrido.

—Charlie—susurró Jenna con su voz adormecida.

Charlie deseó besarla pero se contuvo.

—Levántate—le dijo mientras se movía debajo de ella.

Jenna lo hizo. Se alejó de él, sentándose a su lado completamente desnuda. Charlie vio como Jenna se tallaba los ojos con una mano mientras que con la otra se acariciaba el vientre. El movimiento hizo que sus turgentes pechos se balanceasen un poco. En verdad Charlie estaba famélico. Eso era lo que provocaba el no tener sexo por tanto tiempo que cuando veía una mujer estuviese deseándola como si pasara hambre.

Charlie no fue discreto. Observó sin pudor alguno el cuerpo de la chica con la que había dormido. Había tenido sus labios por toda aquella blanquecina piel. Bajo la mirada hacia la unión de sus muslos. Había empujado su polla dentro de ella. Se pasó la lengua por los labios y desvió la mirada. No podía hacerlo otra vez con ella. Había sido algo de una sola noche que no se iba a repetir. No podía dormir con la prima de su mejor amigo.

—¿Qué hora es?—escuchó que Jenna preguntaba.

Ni idea, no sabía qué hora era, pero era hora de levantarse y terminar con lo de anoche. Charlie se alejó de ella y se bajó de la cama. Su cuerpo se sentía adolorido y se dijo que debería tener sexo más seguido, así su cuerpo no dolería tanto cuando sucumbiera a sus deseos. Se giró hacia ella pero algo sobre las sabanas captó su atención.

Sintió como sus ojos casi se salen de las orbitas. Maldición. Se llevó una mano a la boca mientras veía aquella mancha sobre las sabanas de un color bastante llamativo.

Sangre.

Era sangre.

Levantó la mirada hacia la cara de Jenna y vio que ella estaba viendo lo mismo. Maldición. ¿Por qué había sangre? ¿Acaso ella había sido…?

—¿Eras virgen?—le preguntó Charlie sin tacto alguno.

Jenna se quedó mirándolo sin expresión alguna hasta que se puso colorada y bajaba la mirada para ocultar su nueva expresión, pero Charlie la había visto. Ella había estado avergonzada. Maldición.

—Es sangre—le dijo Charlie—Eras virgen.

—Yo…—comenzó diciendo ella pero se cortó.

—¡Dímelo!—exigió Charlie y vio como ella se sobresaltaba.

—Es por el tiempo que dure sin tener relaciones—intento mentir ella pero ya Charlie había visto su mentira. Ella había sido virgen y le había dado su virginidad anoche. No entendía porque lo había hecho porque se habían conocido anoche pero lo averiguaría.

—¡No seas mentirosa!—exclamó Charlie más enfadado que antes. Claro, ella le estaba mintiendo en su misma cara. ¡Por Dios! Podía ver la mentira desde lejos. No tenía que seguir mintiendo.

—¡Es verdad!—insistió ella.

Charlie resopló molesto y se pasó una mano por el rostro. No podía seguir con esta mierda. No podía creer que había dormido con una chica virgen y peor aún, esta le había cedido su tarjeta así como si no fuese nada.

—Eres una mentirosa—le dijo Charlie con una mirada dándole a entender que la discusión ya había terminado.

Ella se quedó en silencio y desvió la mirada.

—¿Entonces qué tiene de malo que lo haya sido?—preguntó Jenna aceptando al fin que había perdido el debate.

—Me diste tu virginidad—le dijo Charlie.

—¿Y qué hay de malo con eso?—preguntó Jenna entonces como si no fuera nada malo, como si dar la virginidad fuera como darle un caramelo a un niño.

—Es lo más preciado para una mujer y se la diste a un hombre que ni siquiera conoces—le dijo Charlie dándole la razón exacta del porque aquello estuvo mal.

—Bueno—ella se mordió el labio inferior y lo miro—Yo…

Charlie no podía seguir jodiendo con esto. Ya estaba harto. Bastante mal se sentía como por quitarle la virginidad para seguir discutiendo con algo que al parecer a Jenna no le importaba. Era mejor que se separaran y cada quien se fuera por su maldito camino. Se dio la vuelta y terminó la conversación al entrar al baño.

Mientras se duchaba pensaba que era mejor que nadie supiese lo que había pasado. Ella era una chica adulta y podía dormir con quien quisiera, pero Charlie era una persona diferente. No era que deseaba tener una relación con la chica. Él no podía tener una relación con nadie por el momento, no hasta que superase a Brianna McKay. Él no tenía sexo con una chica y después seguía su vida, pero tampoco quería relacionarse con ella. Maldición. Estaba confundido.

Terminó su ducha y salió del cuarto de baño con un toalla atada a la cintura, tapando su sexo, aunque era estúpido, ella había tenido su boca en su miembro y… Desvió la mirada. No iba a ir por allí. Se acercó a la cama. Jenna seguía en la misma posición de antes.

—¿Qué haces?—le preguntó Charlie al verla quieta sobre la cama. ¿Qué no debería estar arreglándola o quitando esas sabanas machadas? Desvió la mirada lejos de ella y se acercó a su ropa tirada por el suelo.

—Nada—escuchó que ella decía.

Charlie levantó su ropa interior del suelo y se la colocó. Tomó su camisa y mientras se la ponía miró otra vez hacia Jenna.

—Ve a ducharte—le dijo.

—Si—aceptó ella sin más y se bajó rápidamente de la cama para irse de la misma manera hacia el cuarto de baño.

Cuando la puerta del cuarto de baño se cerró, Charlie soltó un suspiro y se acarició la frente. Ahora le dolía la cabeza. Quizás por lo que había bebido anoche o quizás porque aquella chica era un dolor de cabeza. En verdad aquella chica era extraña. Si él fuera una chica, no le daría su virginidad a cualquiera, se la daría al chico que fuese especial, no a un desconocido como él, el cual había conocido en una fiesta.

Esos pensamientos eran de una persona extraña. Movió la cabeza. Continúo vistiéndose y una vez listo, recogió del suelo la ropa de Jenna. Se topó con su tanga rota. Quizás anoche se había excedido. Mira que romper su ropa interior. Dejo los trozos sobre un sofá junto al vestido y comenzó a quitar la sabana sucia de sangre. Esto era algo vergonzoso. Nunca le había quitado la virginidad a nadie, ni siquiera a Elizabeth, su ex esposa. Cuando tuvieron su primera noche, Charlie se había sorprendido al saber que la mujer con la que se casó no era señorita cuando esta había insistido que lo era. Elizabeth le había dicho que no le dijera a nadie sobre aquello. El secreto estaba guardado desde entonces, además, él no era de los que iban por ahí contándole a otros sus intimidades.

Se preguntó si le había dolido a Jenna. Cuando la penetró la había tenido boca abajo y no había visto su cara al hacerlo, pero si había escuchado su gemido de dolor, había creído que era porque había durado mucho sin tener relaciones o porque él era algo grande, pero había sido porque era virgen. Pero tampoco hubo sangre cuando se quitó el preservativo después de concluir o quizás no se dio cuenta, su mente había estado muy obnubilada anoche.

Se rascó la cabeza con un dedo y se dijo que deberían hablar sobre ello. Terminó de quitar la sabana y de arreglar la habitación. Estaba sentado en el sofá cuando Jenna salió del cuarto de baño. La chica tenía una pequeña toalla secándose la cara y cuando la quitó, Charlie se quedó mirándola algo sorprendido. Claro, la chica ahora sin maquillaje se veía mucho más joven como si… Charlie rió mientras dejaba de mirar a Jenna.

¿Por qué no se había dado cuenta?

Su obsesión con que él la hiciera suya. Su virginidad. Su rostro de bebe. Era una niña. Estaba seguro que Jenna no pasaba de la mayoría de edad y él… Tragó nervioso. Él se había acostado con una menor. Esto complicaba más las cosas. Había tomado a una niña.

—¿En qué estabas pensando?—le preguntó Charlie y Jenna miró confundida hacia él—¿En qué mierda estabas pensando al acostarte conmigo, Jenna Bryant?—volvió a preguntarle enfadándose una vez más.

—Me gustaste desde la primera vez que te vi—le dijo Jenna ruborizándose.

—Claro, una niña que ve un hombre y se vuelve loca por este—dijo Charlie riéndose—¿Acaso los chicos de tu instituto no son lo suficientemente hombres? ¿Es por esa razón que decidiste joderla conmigo?

Jenna se quedó mirándolo en silencio.

—¿D-de qué hablas?

—Eres una niña—le dijo Charlie para ver como ella perdía el color de su rostro.

Maldición. Era verdad. Esta chica frente a él era una niña. Una adolescente. ¿Qué edad tenia exactamente? ¿La edad de Cassie quizás? Cuando venía a ver era mucho más joven, ya que aunque tenía el cuerpo desarrollado como una mujer madura su rostro la delataba.

—No soy una niña—insistió Jenna.

Charlie murmuró un taco. No tenía tiempo para discutir si lo era o no lo era. Sabía que lo era. ¿Cómo mierda no se percató de ello? Los primos de Jenna y su hermano mayor iban a matarlo cuando se enteran de ello. Iba a crucificarlo.

—¿Qué edad tienes realmente?—preguntó Charlie. Quería saber si pasaba de 18 años por lo menos, así no tendría tantos problemas con la ley por poner sus manos sobre una menor.

—Tengo 21—respondió Jenna y Charlie se quedó mirándola. ¿Era una mentirosa compulsiva o algo? ¿Sabría ella que era abogado y que podía ver por encima de sus mentiras tontas? De seguro que no lo sabía por eso se estaba avergonzando a si misma mintiéndole de esa manera.

—Mentirosa—le dijo Charlie y ella no replicó—¿Por qué me estas mintiendo?—le preguntó Charlie. ¿Por qué no decía la verdad?

—¡No lo hago!

Si lo hacía, le estaba mintiendo pero Charlie ya no tenía ganas de discutir. Se puso de pie. No tan solo tenía ganas de no discutir, tampoco tenía ganas de verla. Ella le había mentido en su cara, diciéndole que era una mujer y que no era virgen cuando había sido todo lo contrario. Parecía como si fuera un loco por las mentiras, pero el caso no era aquel, el caso era que había dormido con una menor y esta le había dado su virginidad como si estuviese dándole el tiempo o la hora.

—En verdad no puedo tratar contigo, Jenna—dijo Charlie acercándose a la puerta.

—¿A dónde vas?—preguntó Jenna y sintió el temor en su tono de voz.

Charlie miró hacia ella.

—Me voy de aquí—le dijo Charlie tranquilamente.

—P-pero…—replicó Jenna.

—No puedo seguir hablando con una mentirosa como tú—le dijo y Jenna desvió la mirada—Primero me mientes sobre tu virginidad y luego sobre tu edad. ¿Por qué lo hiciste?—le preguntó y al ella no responder, Charlie continuó hablando—No lo entiendo y no me quedare aquí para seguir escuchándote buscar excusas tontas—le dijo mientras tomaba el pomo de la puerta—No sé porque mierda decidiste acostarte conmigo, pero si crees que soy como otros hombres que no le importa acostarse con una niña virgen, estas equivocada.

—¡Entonces toma la responsabilidad!—exclamó Jenna.

Charlie sonrió.

—La tomare y aguantare toda la mierda que se viene por dormir con una menor como tú—dijo Charlie y movió la cabeza—Pero ahora mismo me duele la cabeza y ya no tengo ganas de hablar—le dijo y sonrió—Además, necesito estar lejos de ti—le dijo antes de salir por la puerta de la habitación, dejando a Jenna sola.

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