Alexei
Una sola cosa ocupaba mi mente: borrar la imagen de Anashia y su nueva familia lo más rápido posible. Ella ya se había olvidado de mí, y no la culpaba. ¿Cómo podría seguir amando a un hombre con tantos problemas y prejuicios? Decidí seguir adelante y tratar de olvidarla, como había resuelto hace una semana.
Terminé mi trabajo rutinario y llegué a casa. No encontré a nadie más que a mi hija en el salón, bailando ballet. Al verme, apagó la música y se acercó para darme un beso.
—Hola, papi. Ya has regresado.
—Sí, cariño. ¿Cómo has estado?
—Pronto vamos a tener una presentación en el Liceo. ¿Vendrás a verme, papi? Tendrás que buscar tiempo para mí.
Sonriendo, la abracé y le di varios besos en la mejilla.
—¿Cómo podría perderme una presentación tuya, mi niña? Eso jamás, ¿ok? Así que tranquila y pon mucho empeño en tus prácticas para que sea una de las mejores, como el año pasado.
Mi hija asintió sonriendo y luego me hizo una seña para que saliera del salón de prácticas. Cuando iba