Mundo ficciónIniciar sesiónZoe estaba de vuelta en la celda.
Las paredes metálicas brillaban bajo la luz fluorescente. El frío le calaba hasta los huesos. Sus muñecas sangraban por las cadenas que la sujetaban contra el muro.
—Inútil.
—Defectuosa.
—Omega sin valor.
Las voces de su antigua manada resonaban en el espacio vacío. Cada insulto era un latigazo invisible. Cada palabra, un peso más sobre su pecho.
Intentó gritar, pero no tenía voz. Intentó moverse, pero las cadenas se apretaron más. El pánico la consumió.
Y entonces todo se congeló.
El metal. El aire. Hasta su propia respiración.
Picos de hielo brotaron del suelo, de las paredes, formando una jaula perfecta y mortal a su alrededor.
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