El eco del vínculo recién formado aún flotaba en el aire cuando Lyra dio un paso hacia adelante, frunciendo el ceño con una mezcla de agotamiento, incredulidad y urgencia. La escena podía haber sido hermosa si no estuvieran todos a un maldito paso de morir. Teo y Kariane seguían mirándose como si fueran los únicos seres vivos en todo el Valle, atrapados en ese instante donde dos almas se encuentran sin pedir permiso. Pero Lyra había vivido suficiente para saber que el destino no esperaría a que terminaran de asimilarlo.
—Ay ya… luego se enamoran —soltó, con un bufido impaciente que hizo parpadear a todos—. ¿Qué parte de que nos vienen siguiendo no se entendió?
Teo parpadeó, todavía procesando el perfume cálido de su pareja, como si esa palabra hubiera reconfigurado todo el sentido de su vida en un segundo. Él abrió la boca para contestar algo inteligentemente heroico, pero en su lugar solo emitió un sonoro:
—¿Eh?
Lyra señaló con el pulgar hacia el bosque, donde una línea oscura empeza