LUCES Y SOMBRAS EN LA EVOLUCIÓN FEMENINA
LUCES Y SOMBRAS EN LA EVOLUCIÓN FEMENINA
Por: Escritora soñadora
PARA UNA PRINCESITA

Roberto era un hombre ejemplar, cariñoso, atento, generoso, un padre y un marido abnegado, capaz de dar su corazón sin pedir nada a cambio, bueno, si algo podía pedir era un abrazo, un beso sincero y un te quiero de esos que salen del fondo del alma, con eso era feliz y con ver a su mujer y sus hijos contentos, como tantas veces le decía su mujer: Era un hombre de los que pocos quedaban.

Un día se había quedado solo en casa con los niños, ya que su esposa se había tenido que ir a ver a un primo suyo al hospital, los niños eran muy pequeños todavía, y al ver a su hija dormir la siesta se le vino a lo mente la siguiente pregunta: «¿Por qué no escribo un libro y se lo dedico a ella?».

Quería a sus dos hijos por igual, aunque con la niña tenía un cariño distinto, por el hecho de que se parecía demasiado a su madre, era idéntica a ella, posiblemente esto fuera porque sabía lo que había sufrido Clara, su mujer, y no quería que ella pasara por lo mismo, pero adoraba a los dos niños por igual, pues fueron un regalo que Dios les dio por lo mucho que habían luchado y el amor que se tenían.

Estuvo durante mucho tiempo dando vueltas al tema del libro, al género, a la historia, no sabía si realmente quería que lo leyera ahora que era una niña o que lo hiciera cuando creciera un poco y poderla ayudar. Para decidirlo llamó a su amada, para preguntarle cómo se encontraba su primo en el hospital y contarle lo que había pensado.

—Hola, amor. ¿Cómo estás? —dijo su mujer al otro lado del teléfono.

—Hola, cielito. Tranquilo los niños están durmiendo la siesta. ¿Qué tal está tu primo? —le respondió él.

—Me alegro que se porten bien, aunque confiaba en ti, cariño mío. Mi primo está mejor y ha preguntado por ti.

—Mañana me acercaré a verle. Pero te llamaba por otra cosa también.

—Dime, precioso.

—Como he escrito varios libros; uno de poemas y otro con tu historia, se me ha ocurrido escribir otro para dedicárselo a Esperanza.

—Me parece una idea estupenda y, ¿qué has pensado?

—Estoy entre un libro de cuentos o uno que pueda leer cuando sea más mayor y poder ayudarla.

—¿Por qué no escribes sobre sus antepasados, sobre esas mujeres que han vivido y superado muchas cosas?

—Me parece una idea genial, amor, pero cuando le hable de ti, también le tengo que hablar de mí y a lo mejor cuento cosas que le pueden hacer sentir incómoda.

—Adviérteselo antes y si eres el que ha provocado eso en mí y quién me ha hecho descubrir tantas cosas, debes decírselo.

—Nos vemos en casa, que los niños ya se han despertado. Te quiero —Se despidió él.

—Hasta ahora, mi cielo. Yo también te quiero.

Cuando Clara llegó a casa, el silencio era casi sepulcral, no había visto la casa tan en silencio como en ese momento, pero cuando fue al salón entendió todo, los niños estaban dibujando y su marido estaba escribiendo.

—Hola, mi vida, ya he llegado —anunció ella.

—Hola, cariño mío —saludó él soltando el cuaderno y dándole un abrazo y un beso.

—Voy a acostar a los niños, mientras tú terminas lo que estabas haciendo, mi vida —dijo ella.

—Te ayudo y luego termino lo que estoy haciendo —contestó, dándola un beso en la frente.

—Ya has hecho bastante, amor, me ocupo yo, no me importa —indicó dándole un tierno beso.

Mientras ella acostaba a los niños, este terminaba de escribir el prólogo-dedicatoria de su libro.

—Léelo y dime qué te parece, mi cielo —le pidió al amor de su vida cuando se fueron a dormir. Ella lo leyó con toda su atención:

«A MI PRINCESITA

He decidido embarcarme en este nuevo proyecto, para intentar ayudarte a entender determinadas cosas que te preguntarás cuando crezcas, pues ahora habrá cosas que no comprenderás, pero cuando seas más mayor y te empieces a hacer ciertas preguntas, este libro te va a ayudar a responderlas.

Te mostraré la suerte que tienes por haber nacido en estos tiempos, lo que han luchado tus antepasados femeninos para que tú puedas vivir como vives y puedas disfrutar de los derechos que ahora tienes como mujer, que, aunque te parezcan pocos, hace cuarenta años las mujeres no podían votar y dependían de un hombre para hacer cualquier gestión, pero en la actualidad eso no es así y, menos mal, pues no me gustaría que no pudieras ser independiente.

Te veo y me emociono, eres tan preciosa y te pareces tanto a tu madre que sé que has sacado su fuerza y vas a poder ser lo que quieras ser, lograr cualquier meta que te propongas, estar con la persona que realmente ames y no sufrir por un matrimonio de conveniencia que te hubieran preparado, tampoco vas a perder tu virginidad con el señor feudal, para que autorice ese matrimonio, en lugar de con la persona que ocupa tu corazón. Ni serás dejada de lado por tener la regla, como sufrieron algunas de tus antepasadas, por creer que ese sangrado era cosa del demonio y tener que ocultarlo para poder seguir viva, pues eran quemadas en la hoguera por brujas. No serás sometida a torturas realmente horribles si, por el motivo que sea, dejas a tu pareja, pues eso, por suerte, ya no se hace.

Pero no solo son esas cosas que te he dicho antes, sino cosas tan simples, como que una mujer pudiera enseñar tan siquiera los tobillos, se permitió hace tan solo noventa años, por lo que eres una privilegiada.

Mi princesita, te apoyaré en todo para que seas lo que quieras ser: Princesa, escritora, pintora, perfumista como tu madre, doctora como tu abuela o como esa cantante que tanto te gusta, pues quiero que seas feliz y te realices como persona y como mujer y tu madre también te apoyará.

Te prometo, mi vida, que nunca pasarás por lo que pasó tu madre, te querré tanto como a ella y nunca te haré daño, tampoco te dejaré tirada como a la chica que te contaré más adelante y que sus padres repudiaron por ser madre soltera y te educaré para que sepas lo que es el amor de verdad y no permitas que nadie te haga daño y juegue contigo.

Espero que lo que leas de tus padres no te haga sentir incómoda, pues no es mi intención, sino que veas que el amor verdadero puede hacer grandes milagros y puede con todo.

Deseo que cuando leas este libro sigas la lucha que iniciaron tus antepasadas, sobre todo, que luches por ser lo quién quieras ser en cualquier aspecto de tu vida.

Quiero que disfrutes y aprendas leyendo este libro que comienza con una

aventura, una piedra mágica y una pesadilla que será el inicio de un viaje a través del tiempo, donde mostraré la evolución y la realidad de la mujer.

Te pido un favor, hija mía, sé lo que realmente quieras ser y lucha por conseguirlo.

Sueña tanto como quieras y no te pongas metas, pues confío en ti y sé que conseguirás cualquier fi n que te propongas.

Nunca olvides que, tanto tu madre, sin la cual este libro tampoco sería posible, como yo, te queremos con todo nuestro corazón y, pase lo que pase, siempre estaremos a tu lado y te apoyaremos en todo lo que podamos.

Va a empezar un viaje increíble y educativo donde te enseñaré la lección de que puedes lograr cualquier cosa que te propongas y puedes ser quien realmente quieras ser.

Te quiero muchísimo, eres muy importante para mí y has sido una niña muy deseada y fruto del gran amor que tú madre y yo nos tenemos, igual que tu hermano.

Tu abnegado y amoroso padre».

—Jolines, mi amor, es precioso, gracias por querernos tanto a las mujeres y en especial a Esperanza y a mí —comentó dándole un beso.

—Gracias a ti por enseñarme tanto y por darme dos hijos tan maravillosos que son dos joyas —agradeció sus palabras con un abrazo.

—Ojalá nuestro hijo sea como tú y nuestra hija encuentre a alguien que la quiera tanto como tú a mí.

—Lo del niño te lo admito, pero que nuestra hija sea la mujer que quiera ser.

—Buenas noches, cariño, me gustaría leer cada capítulo que escribas —añadió.

—Buenas noches, amor, te dejaré que lo leas y me des tu opinión —insistió abrazándola por la espalda.

Así se quedaron dormidos y empieza una historia escrita por y para las mujeres

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