LOUIS
LOUIS
Por: vittoria sabatino
PROLOGO

Ni la oscuridad de la noche, ni la lluvia helada me detendrían.

No se veía nada al ser tan tarde, y la ropa que cargaba encima, lo único que cargaba conmigo aparte del pequeño bolso que mi hermana me había dado, comenzaba a empaparse y hacer que mi cuerpo se estremeciera por el agua helada que caía sobre mí en ese momento.

Entonces mi llanto no pudo ser sostenido por más tiempo, y comencé a llorar por el miedo que me atenazaba, pero ya era muy tarde para regresar, porque de hacerlo, sabía lo que me esperaba en ese lugar.

De pronto me detuve, pues las luces de un auto alumbraron mi frente, lo que hizo que mi respiración se detuviera.

El auto hizo cambio de luces y cuando estuvo cerca de mí, me di cuenta que era un camión de carga y que era conducido por una mujer.

― ¿Estás perdida, niña? ― Gritó la señora desde el otro lado de la carretera para hacerse escuchar por encima de la lluvia.

―Voy a Nueva York―Respondí de vuelta con miedo a acercarme.

Lo que dije tuvo que haber sido gracioso pues la señora comenzó a reírse a carcajadas.

―Yo también voy allí―Dijo sonriéndome― Y a menos que tengas un pastón de dinero, jamás vas a llegar, chica. Estamos algo lejos de tu destino.

―Sólo tengo cien dólares―Lo único que mi hermana había alcanzado a robar.

― ¿Por qué no te subes, niña? ― La mujer golpeó el costado del camión en forma de invitación―Me puedes comprar el desayuno en la mañana.

Sin pensarlo mucho, pues no tenía más opciones, corrí hacia el camión y me subí en él, agradeciendo que el interior estuviese caliente y seco.

―Me llamo Silvie, chica ¿Y tú? ―Preguntó la señora arrancando con rapidez.

―Evangeline―Murmuré sintiendo que me relajaba por primera vez en días.

―Ese es un nombre muy largo para alguien tan pequeño. Eva es más fácil.

No dije nada. Aquella mujer me estaba ayudando, así que podía llamarme como quisiera.

― ¿Qué edad tienes, Eva?

―Trece.

― ¿Y qué buscas en Nueva York?

― A mí hermano Michael.

― ¿Tienes una dirección? Tal vez te pueda dejar donde vive―Insistió Silvie.

―Mi hermana me dio un papel con algo escrito, ―Expliqué sintiendo que el miedo volvía a mí―Pero la lluvia lo dañó y yo no sé qué decía.

En contra de todo lo que pensé que diría, Silvie simplemente asintió.

―Bueno, no soy adivina, Eva. Pero luces como alguien que huye de algo feo, así que no te dejaré por tu cuenta, chica. Pero tampoco te puedo tener conmigo. Mi hermana tiene un bar en la cuidad. Te puedes quedar con ella mientras encuentras a tu hermano, ¿Te parece? Ella te ayudará como pueda… No vas a necesitar huir nunca más.

―Gracias―Murmuré antes de romper en llanto.

Ya no necesitaría huir.

Encontraría a Michael y por primera vez, estaría a salvo.

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