Al estar en el interior de la tienda Alberto tomó en brazos al pequeño, caminó en dirección a una de las vendedoras uniformadas y le preguntó por Kelsey Cordis.
–Un momento por favor, hablaré con la asistente de la señorita Cordis para saber si está desocupada.
–Por favor dígale que Alberto Centeno está aquí y necesita hablar con ella de algo personal y muy importante.
La mujer paseó su vista desde él hasta el niño que tenía en brazos, seguidamente se giró y se perdió de vista por un largo pasillo.
–Señorita Cordis, afuera hay un joven con un niño preguntando por usted.
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