C115- ¿QUIERES COMPARTIR LA CAMA CON TU CUÑADO?
Lucy dejó el teléfono sobre la mesa, pero su mano temblaba ligeramente. Sentía un peso en el pecho, como si cada decisión que tomaba la hundiera más en un terreno que no podía controlar. Cuando se giró, los ojos de Eros ya estaban sobre ella, esos ojos grises que parecían leer cada uno de sus secretos.
—¿Le enviaste el mensaje? —preguntó él, acercándose con pasos firmes, casi felinos.
Lucy asintió.
El calor subió a su rostro, aunque no estaba segura de si era por el nerviosismo o porque su presencia llenaba la habitación de una forma que la hacía sentir vulnerable.
—Sí, lo hice.
Eros se detuvo a un paso de ella, inclinando ligeramente la cabeza mientras sus ojos la estudiaban.
—No veo por qué tenías que comunicarle nada. Dijiste que tu familia no te ayudaría.
La proximidad hizo que Lucy sintiera su perfume, una mezcla sutil de madera y especias, y ese simple detalle desestabilizó su concentración. Se obligó a enfocarse en las palabras, no