El edificio

La mirada que mi esposa me dio me dejó claro que ahora quien manda aquí es ella, pero le falta mucho para eso… ella aún está en pañales, la bajé de mis brazos y tomé su mano para comenzar a darle el recorrido por el edificio, ella estaba muy emocionada.

—mi amor, ¡me encanta, aquí es hermoso! Tú tienes un gusto exquisito, no me cansaré de decirlo —ja, ja, ja, me imagino que decir esa frase aumenta tu ego —no lo había visto de esa forma, pero es obvio que tienes un gusto exquisito, o sea, estás conmigo.

—hermosa, deberías cuidar esa boquita, hoy has hecho muchas cosas y muero de ganas de castigarte, no creas que dejaré pasar ni una, ¡deberías despejar tu agenda porque en los próximos tres días no podrás caminar! —trago grueso al escuchar la afirmación que hace mi esposo y siento como mis bragas se mojan solo con su mirada.

—sonrío satisfecho de lo que he logrado en el cuerpo de mi esposa y se me ocurren un par de ideas, así que sacó mi teléfono para enviarle un mensaje a mi madre pa
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