Su teléfono vibra en su pantalón. Deben estar llamándola. Si contesta, es posible qué una bala la hiera. Pero no puede pasar la oportunidad de avisarle a alguien que está en peligro.
—Dame el teléfono —Madeleine estira la mano qué tiene el arma—, nuestro príncipe azul debe tardarse así qué le diremo