Ese “te amo” todavía tiene fuerza. Tanta fuerza como el que escuchó antes de que el Padre los casara, el que oyó antes de que se marchara de Londres y se encontrara en el infierno, y éste. Todos son iguales. Son verdaderos.
Se llevaron a Shannon David, pero a Maylene le interesó poco lo que dijera.