—Quiero que te vayas —no espera ni un segundo más en advertirle con severidad, no quiere ni desea continuar con esto—, ahora vete. ¿Quién te dejó entrar?
—Me iré porque sólo quería ver a la niña —Carl se mete las manos en los bolsillos—, y no quería que nadie nos interrumpiera. Te voy a refrescar la