—Muéstrame los vídeos de las cámaras por favor —deja a las niñas en el suelo. Pero el error fue confiar en que podía controlar a ambas. Hayley jala su pantalón con llanto para que vuelva a levantarla—, dame tan sólo un segundo, mi amor —le pide en voz baja, sosteniendo su mano.
—Claro, señora. Sígam