LA VENGANZA DE UNA SECRETARIA
LA VENGANZA DE UNA SECRETARIA
Por: Aimara
CAPITULO 1

Capitulo 1

(Georgina)

Visito la tumba de mi padre, es una de los pocos asuntos en la semana que no pueden esperar, mi padre era mi idolo un hombre lleno de privilegios y sobretodo de talento.

Las causas de su muerte aún me duelen, se suicidó en medio del desesperó de verse sin dinero, había invertido en algunos negocios pero nada salió bien, su socio fue un asco y sencillamente lo hundió mientras el salía triunfador, mi madre se sumió en la depresión y yo tuve que ganarme la vida como quizás nunca una mujer desea hacerlo.

Me volví bailarina exótica pero además tenía que acceder a ciertos favores con los hombres más ricos del lugar en los privados que ofrecía el club en el que trabajaba, era obvio que yo no quería ser parte de ese mundo, apenas tenía 19 años cuando tuve que acceder a la propuesta de una amiga de la Universidad pero ¿Que podía hacer?, Mi madre estaba sumida en la tristeza de perder al amor de su vida y yo tenía que sobrevivir, no fue fantástico ni genial pero era lo que tenía por hacer, nadie se va a dejar morir de hambre.

Hay un momento en la vida que sabes que todo puede cambiar, sabes que el destino está conspirando en tu contra de una manera que no puedes explicar para un motivo que no sabes cuál es pero que pronto va a llegar, esa noche sucedió eso, sentía que el aire expedia un poco de electricidad al que no estaba acostumbrada, como si algo mágico fuera a pasar pero a mí ese tipo de cosas nunca me pasaban, cómo podía pedir magia en la oscuridad en la que vivía, dónde las lentejuelas cubrían mi cuerpo semi desnudo de las miradas morbosas de los hombres que me pedían para privados.

Solo aceptaba irme con ellos cuando veía que las deudas de la casa eran más alta de lo acostumbrado, volverme exclusiva en aquel bar me hacía una de las más deseadas, generaba ciertas envidias e algunas de las bailarinas pero tenían que agachar la cabeza pues a dueña, Marisol, me defendía de ellas y como no hacerlo si las ganancias que le dejaba eran bastantes altas.

Esa noche teníamos una despedida de soltero, era algo normal pues los hombres piensan que será la última noche para ser infieles como si en verdad fueran a respetar al matrimonio, tengo la teoría que esos alocados son los primeros en engañar a su esposa, pero no podía pensar mucho en ellas, tenía que pensar en mi.

Me había convertido en algo ambiciosa, antes de todo este cambio drástico era una mujer con buenas cantidades de dinero, mi padre me tenía viviendo como su príncesa ahora yo tenía que pagar cada uno de mis gastos, obviamente ya no eran las bolsas Chanel pero si alguna ropa que me sirviera para mí exótico trabajo, así que solo pensaba en generar ingresos y este tipo de eventos eran muy importantes.

Las chicas y yo llegamos a un evento bastante elegante, ya nos habían informado que quien se iba a casar era uno de los hombres más importantes de la ciudad, al llegar hice mi show seduciendo a aquel hombre de cabello negro y ojos azules que me miraba fijamente, sus amigos gritaban y decían mil cosas impropias mientras besaban y tocaban a mis amigas, yo era el platillo especial para el novio.

Me acerque a el y lo bese, fue un beso pasional y por demás lleno de deseo, había tenido este tipo de besos muchas veces, era mi trabajo al fin y al cabo pero este fue único, era la primera vez que sentía mis piernas temblar y deseaba que acariciara mi cuerpo.

  - Vamos a la habitación - susurré en su oido, nunca había hecho este tipo de propuestas a ningún hombre, siempre eran la clientes quienes me pedían ir con ellos, la parte especial.

Los hombres gritaban mientras yo me llevaba a aquel hombre hasta la habitación, me agarro de la cintura y me dió un beso en el cuello e intento quitarme la ropa y yo ya estaba gimiendo, estaba excitada quizás de las pocas veces que lo había estado en mi vida - Eres preciosa pero no puedo - me dijo en el oido mientras me subía el cierre del vestido antes que este cayera al suelo.

Nunca alguien me había rechazado, pero lejos de sentirme intimidada u ofendida me sentía respetada, algo que en la profesión que había elegido no era muy viable - No pasa nada pero creo que me merezco saber ¿Porque?- quería saber que lo había llevado a detener sus deseos evidentes hacia mi, un beso como el que nos dimos era de dos, fue algo mutuo.

  - Te traje aquí porque si no mis amigos dirán mil cosas de mi hombría, pero quiero que entiendas que estoy enamorado de mi prometida - Suspiró mientras se acercaba al bar para servir dos tragos, sent celos por primera vez en mi vida y no era por el hecho que el me había encantado si no porque esa mujer era amada algo que yo creia era difícil para mí, una mujer de mis principios vagabundos no podía aspirar a que un príncipe azul como el que tenía en frente se enamorara de una mujer como yo, si quizás tenía mi autoestima por el piso pero que podía pedir después de visitar varias camas y de ser alabada solo por mi cuerpo dejando de lado el amor.

  - Obviamente si no quieres que se burlen de tí tienes que tardar en salir de la habitación - sonreí mientras le recibía el trago, era un hombre bastante interesante, sus cejas pobladas cubrían su rostro trigueño, sus labios eran carnosos, su nariz era fina y tenía unas cuantas pecas, pero lo que más me gustaban eran sus ojos verdes que se veían aún mas imponentes tras sus dos cejas, parecía de descendencia árabe tenía ese aire de misterio de esa región del mundo.

  - ¿Quieres que hablemos?- sonrió y asentí con la cabeza mordiendo mi labio y mirando de reojo su entrepierna, estaba excitado peor sin embargo controlo sus emociones -¿Cómo te llamas?-.

  - Salomé - era mi pseudónimo en ese mundo oscuro, nunca daríamos nuestros nombres y nuestros rostros eran cubiertos por capas y capas de maquillaje.

  - Ojalá no pidas mi cabeza - se rió burlón, era la primera vez que un hombre me hablaba como si estuviera a su nivel, que no me miraba diferente, definitivamente el era muy especial y esa mujer debería de estar orgullosa de estar con el.

El siguió hablando conmigo de diversos temas mientras escuchábamos la algarabía afuera del lugar, afuera se vivía una noche intensa mientras que yo adentro me sentía cómoda con el, me preguntó de mi profesión y el porque o hacia, creo que fue la primera vez que abrí mi alma a una persona, le conté un poco de mi vida actual, de las deudas y del estado de mamá.

  - A veces creo que no voy a poder con todo - me aleje de la fachada de Femme fatal, por primer vez quien estaba delante de un cliente era Georgina y no Salomé, me sentía aturdida en medio de lo que significaba mi vida y poder hablar con sinceridad.

El me dió una caricia en la mejilla, sus ojos fueron de total sinceridad, ví mi alma reflejada en sus ojos - Todo va a pasar, no hay un destino escrito y se que el tuyo será dorado - sonrio mientras se acercaba a mi para darme un beso.

Accedí a dárselo, no porque fuera mi trabajo quería hacerlo, sus labios eran suaves y a la vez seductores, empece a besarlo como si no existiera un mañana y lentamente nos fuimos acostando en la cama quería que pasara como quizás nunca me había pasado en la vida, el deseo de un amor imposible y que solo podía existir en mi cabeza.

El suspiro y cerró los ojos - No puedo, no quiero que Antonia sufra - fueron sus palabras mientras intentaba alejarse de mí y de la evidente química que existía entre los dos, y es que está noche era como si fuese mi primera vez, si ya había tenido relaciones y la forma en que perdí mi virginidad no fue la mejor pero sus besos y caricias me hacía sentir diferente, mi piel se erizo solo con su toque.

  - No pienses en nada más, solo en este momento creeme siento lo mismo y esto va más alla de compartir la cama con una mujer de una noche, es hacer el amor - sabia que el tenía que sentir la misma atracción que yo al punto de querer respirar el mismo aire, empece a quitarle la camisa pero un fuerte ruido nos hizo separar, había mucho ruido afuera de la habitación, de un solo golpe abrieron la puerta.

Una mujer de cabello negro, gran elegancia y sobretodo glamour, se notaba a primera vista que era una mujer elegante -¡¿Que estás haciendo José?!- grito furiosa.

  - Todo tiene una explicación Antonia - el de inmediato se levantó de la cama, su camisa ya estaba abierta y si bien es cierto no paso nada estuvo muy cerca de pasar, es obvio que esa mujer perfecta era la prometida de un hombre perfecto.

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