CAPÍTULO 3

CAPÍTULO 3

Kenia se hizo un propósito, tenía que adelgazar, ella sentía que su bajaba unos cuantos kilos, el la iba a desear.

Se miraba en el espejo, agarraba los excesos de grasa con rabia mientras se repetía una y otra vez que ella tenía que estar a la altura de Mariano.

El primer día quiso seguir una dieta saludable, de verduras y frutas, además de inscribirse a un gimnasio.

Ir al gimnasio lo único que hizo fue reafirmar todos sus traumas, mujeres delgadas, hombres que las miraban con morbo, es como si ella no encajara allí.

Luisa estaba en el lugar y aprovecho ese momento para burlarse de ella, no tenía que hacer una broma como las de antes.

Solo se acercó a ella, mientras Kenia se miraba en el espejo — Para tener un cuerpo como el mío, se debe nacer lindo, tu ya eres patética —.

Kenia agachó la mirada, mientras agarraba su saco y cubría su cuerpo para ir a casa.

Tomo una ducha y lloro, estaba muy mal por la manera en la que fue humillada, pero las cosas no serían mejor en casa.

A la hora de servir la cena y de ver su platillo saludable, de hacer ese esfuerzo por ella y por su esposo las cosas se vinieron abajo.

Una risa burló de Alejandra inicio uno de los peores momentos de su vida.

— Kenia, discúlpame, pero tú no tienes la fuerza de voluntad para bajar de peso con dietas, la dejaras en dos o tres días — sonrió la mujer mientras metía a su boca un gran pedazo de carne.

— Apoyo a Alejandra, entiendo tu intención, pero te falta voluntad, una mujer que es gorda siempre lo será — respondió su suegra Paulina, mientras se burlaba de una pobre e ingenua Kenia.

— Es la primera vez que lo intento, quiero hacerlo para verme y sentirme mejor — Kenia sabia que este tipo de comentarios le dañaban el alma, le decía que era una incapaz y era imposible no dejar de creerlo.

— Kenia, deberías pensar en una cirugía, un método rápido y eficaz, te repito, una gordita siempre será Gorda, ¿No quieres un poco de postre?— Alejandra le sirvio una gran rebanada de pastel de chocolate, una manera de ofenderla.

Mariano llegó con su padre de la empresa, el se dió cuenta de la manera en la que Kenia agarraba su ropa con las manos en un ataque de ansiedad, la manera en la que quería salir lagrimas de sus ojos

— ¿Está pasando algo?— pregunto Mariano mientras fruncía el ceño esperando una respuesta de su familia.

— No, sencillamente no quiero postre — Kenia salió corriendo a su habitación mientras Alejandra y Paulina soltaban una carcajada.

Mariano subió a la habitación de su esposa, odiaba que la tratarán de esa manera, y el debería ser su respaldo.

Al subir se dió cuenta que Kenia estaba vomitando en el baño, el agarro su cabello y le ayudo para que respirara.

—¿Que te pasa Amor ?— pregunto mientras miraba a los ojos tristes de la chica.

— No soy una mujer para ti, soy gorda y fea, jamás voy a tener el cuerpo de Luisa, y la belleza de otras mujeres — Kenia lloraba llena de impotencia, de frustración.

— Ellas no son como tú, yo veo la belleza de tu ser, eres la única que vio al verdadero Mariano — el le dió una suave caricia en la mejilla.

Ella tomo un poco de aire y respiro tomando a Mariano en sus brazos para un abrazo.

El espero a que ella tomara una ducha, era claro que el agua de la tina le ayudaría a reponerse.

—¿Que es lo que quieres de mi?— Pregunto Kenia al salir de la habitación de baño con la bata puesta.

— Tu compañía, tu confianza, me case con una amiga, una amante, una mujer, eso es lo que quiero — El le dió un beso en la boca.

Mariano la acostó en la cama, los besos fueron intensos, el abrió la bata y recorrió con su mano su piel.

Kenia apagó la luz de la habitación, tenía vergüenza de enseñarle su cuerpo desnudo, lleno de curvas que quizás el nunca antes vio.

Mariano la lleno de besos y caricias, sentía que ella era suya, la entrega de sus abrazos eran suficientes.

— Es mi primera vez — logro decir Kenia antes que el rompiera su virtud con suavidad y sutileza.

Mariano quería ser gentil con ella porque sabía que ella lo merecía, había sufrido tanto en los últimos meses, que ese primer momento dbia ser único.

Pero mientras la tocaba, se daba cuenta de la manera en la que ella le regresaba las caricias, era claro que nunca una mujer lo había tocado de esa manera, era el toque de un ángel.

Después de ese mágico momento, los dos se quedaron en la cama, mientras Kenia lo llenaba de besos, se sentía mujer.

Mariano la beso con delicadeza y dijo de sus labios algo que hasta este momento no había dicho con tanta realidad

— Te amo — suspiró.

Kenia se levantó muy temprano en la mañana, estaba cantando y quería preparar a su esposo un desayuno especial, quería decirle que lo amaba con ese gesto.

Paulina se acercó a ella — Perdon si te hice sentir mal anoche, se que me excedi con las burlas, a veces olvidó que eres nueva en la familia y no entiendes nuestro humor — suspira.

— No se preocupe, lo entiendo — Kenia no quería que su suegra dañará su momento de felicidad.

Ella la tomo de la mano

— Necesito hablar contigo, hace unos meses un médico me dió algo que te puede servir, son unas gotas que te ayudan a bajar de peso rápido —.

Kenia sonrió, quería esas gotas y Paulina se las entrego explicando la manera en la que debía tomarlas.

— Gracias, créame que yo soy una persona con fortaleza, y no solo lo haré por Mariano, lo voy a hacer por mi — Kenia quería sentirse bien consigo misma y dejar de ser la gorda.

Hernán le pidió un momento para hablar en el estudio, allí estaban los abogados que hasta este día necesitaban una respuesta.

— Quiero que mi esposo Mariano, maneje todo, el va a ser el encargado del dinero de mi familia, es la persona en la que más confío — sonrió ella emocionada.

Hernán sonrió y le pidió a la empleada buscar de inmediato a su hijo, cuando Mariano bajo era demasiado tarde.

Su padre ya había hecho que Kenia firmara todos lo que necesitaba, solo hacía falta su firma.

Mariano tenía dos caminos, no firmar e irse con Kenia, o firmar y asegurarse que la mantendría segura y sobre todo su dinero.

Firmo.

Kenia lo abrazo — Tu eres la persona en la que más confío, la que más amo y se que el trabajo de mi padre va a estar segura en tus manos — suspiro ella mientras le daba un beso en la mejilla.

Hernán le pidió a Kenia despedir a los abogados, y se quedó solo con su hijo.

Kenia les dió las gracias a los abogados, uno de ellos el más joven, y el que no deseaba que ella tomara está decisión se acercó

— Está es mi tarjeta, mi nombre es Rafael, y lo que necesites no dudes en llamarme, soy tu amigo — el hombre le dió un beso en la mano con algo de galantería.

Kenia no sabía que Rafael era una especie de protector que la quería tener segura porque sabía quién era realmente Hernán y que estaba encantado de su dulzura e inteligencia.

— Gracias, sabia que ibas a hacer lo correcto — sonrió Hernán sirviendo una copa a su hijo.

— Papá, ¿Presionaste a Kenia ?— pregunto Mariano.

— No, todo el mundo sabe que no hay nada mejor que una gorda después de hacer el amor — bromeó de manera denigrante el hombre.

Mariano dejo el trago a un lado

— Kenia es mi esposa, y por ende mi familia, si ella me dió esa responsabilidad no lo haré para beneficiarte, solo para cuidar sus interés ¿Lo entiendes?— el abrio los ojos enojado.

— Tu no me vas a amenazar — en ese momento el lo jalo del cuello y lo miro con rabia.

— No es una amenaza — se soltó Mariano 

— solo te dejo claro mis prioridades —

El hombre se fue en ese momento dejando a su padre con la rabia en el pecho.

—¿Que paso?¿No lo lograste?— Paulina entro para saber si su esposo lo había logrado y podían respirar tranquilos.

— Si, lo logré, tu hijito ahora es el albacea del dinero de los Thomson, pero el idiota quiere cuidar a Kenia, tenemos que seguir con el plan b ¿Le diste el veneno?— pregunta el hombre.

— Si, la convencí que es un tónico para adelgazar, en pequeñas dosis nadie sabrá lo que sucedió con la gorda — sonrió la mujer

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