Nikolai y Ángela están sentados en la elegante sala de comedor de la mansión, disfrutando de una cena china con palillos y espaguetis. La luz suave de las velas ilumina sus rostros, y la atmósfera es relajada y íntima.
Ángela cuenta a Nikolai lo que pasó en la cafetería, describiendo la intentona de James y Mariana de disculparse con ella.
— ¡No te lo puedo creer! —exclama Nikolai, riendo—. ¿Intentaron disculparse contigo solo para que quites la demanda?
Ángela se ríe también.
— Sí, fue patético —dice—. Se veían tan desesperados.
Nikolai sacude la cabeza.
— No entiendo cómo pudieron pensar que podrían manipularte de esa manera —dice.
Ángela se encoge de hombros.
— Creo que están desesperados porque saben que van a perder —dice—. Pero no les va a funcionar.
Nikolai sonríe.
— No les va a funcionar porque tienes a mí —dice—. Y juntos vamos a asegurarnos de que paguen por lo que te hicieron.
Ángela se siente agradecida por el apoyo de Nikolai.
— Gracias, Nikolai —dice—. Significa mucho pa