Ángela yace dormida, sumida en un sueño profundo. De repente, siente besos suaves en su cuello y caricias cálidas en sus piernas. Su corazón comienza a latir más rápido mientras abre los ojos, intentando distinguir la figura que se encuentra junto a ella.
La oscuridad de la habitación no le permite ver con claridad, pero el cabello rubio y la fragancia familiar le revelan la identidad del misterioso visitante. Es Nikolai.
— Nikolai — susurra Ángela.
— ¿Cómo estuviste? ¿Cómo te sentiste toda la tarde? — pregunta Nikolai, su aliento cálido en la oreja de Ángela.
— Estoy bien — responde ella.
Nikolai sonríe y baja la tira de la pijama de Ángela, besando su cuello y hombro. Ángela siente un estremecimiento de placer.
— Mejor ahora que estoy recibiendo un poco más de medicina — dice Ángela, sonriendo.
Nikolai se ríe y vuelve a besarla en la boca. Ángela se abandona al contacto, disfrutando de la cercanía y el calor de Nikolai.
— ¿Cómo te fue? — pregunta Ángela, separándose un momento de Ni