~Analía~
Me ofrecí para cuidar a mi madre, Mariana no podía y mi padre tampoco, así que aproveché la oportunidad para quedarme en su casa, aunque es pequeña y no tan bonita, se siente la tranquilidad de una buena familia, esa sensación siempre me ha gustado, me ha hecho sentir tranquila.
—Me acuerdo de ti.
Me dice mi madre, dejándome inmóvil. Estaba preparándole el medicamento.
—Fuiste la chica que me ayudó el día que se me cayeron las cajas.
Volteo a verla y tiene una sonrisa.
—Sí señora, fui yo —le paso su medicamento—. Tiene buena memoria.
Me sonríe.
—No sabía que eras amiga de mi hija, me pareces una buena chica —me queda mirando—. Ella me dijo que tú pagaste la cuenta del hospital, y que te quedaste hasta que me sacaron. Gracias por hacerlo.
—No fue nada, lo haría por cualquier persona.
Me siento a su lado, rozando mis dedos con los suyos de manera disimulada. Esto se siente tan bien.
—¿Por qué te quisiste quedar? Ya estoy vieja, y tú estás joven, necesitas diversión.
—No tengo