Capítulo 13; Rota

~Analía~

Me quedo viendo desde lejos a mi madre, hace tanto que no la veía que se me rompe el corazón verla tan mal, el barrio donde vive es el peor de la ciudad, prácticamente es un barrio marginado.

—Te he extrañado tanto, madre.

Susurro para mí sola.

Noto que deja caer las cajas que lleva, y corro a ayudarla, no creo que me reconozca si Mariana no lo hizo.

—Yo la ayudo.

Empiezo a recoger las cajas, sintiendo mi corazón latir con rapidez y el nudo en la garganta, quiero abrazarla. Mis manos rozan con las suyas y siento lo rústica que están, debe ser por todo lo que hace.

—Muchas gracias, las cajas están muy pesadas, casi no podía con ellas —me sonríe—. Qué amable eres.

—¿Necesita que se las lleve a su casa? Puedo hacerlo.

No deja de verme y de ponerme más nerviosa de lo que ya estoy.

—¿Te he visto antes? —inquiere, mirándome—. Tus ojos me recuerdan a… mi hija que falleció.

Sus últimas palabras hacen que quiera romper a llorar.

—Soy nueva en la ciudad. ¿De qué falleció su hija?

«Tengo que respirar, puedo con esto».

—Malas decisiones.

Noto sus ojos lagrimosos.

—Tengo que irme, gracias por ayudarme.

Asiento a lo que dice.

«Te extraño tanto, mamá».

¿Por qué no puedo abrazarla? ¿Por qué no me reconoció? Sigo siendo esa chica que ella cuidaba.

[….]

Hay días en los que nos sentimos tan mal emocionalmente que no nos provoca ni siquiera levantarnos de la cama, días donde todo lo que tenemos guardado sale y nos quema, nos abre heridas que aún no están sanas.

Hoy es uno de esos días donde siento que el mundo duele más que antes, donde todo lo que me sucedió en prisión está más presente, y me duele, me duele haberme equivocado y acabado mi vida por un hombre que no me merecía. Me siento tan miserable que lo único que deseo es llorar durante horas y sentir los brazos de mi madre rodearme, sin embargo, no la tengo.

Alex acabó con todo lo bueno que un día tuve, por eso lo odio tanto que sería capaz de acabar con él con mis propias manos.

—¿Estás bien?

La voz de Tomás me saca de mis pensamientos. Quise venir a quedarme con él, no quería estar sola.

—Sí, me bañaré para irme.

Me levanto, estoy por entrar al baño y me detiene, tomándome de la muñeca.

—No estás bien, te conozco.

Acaricia mis mejillas.

—Extraño a mi familia, cada día es más difícil que el anterior y odio estar lejos de ellos, odio no poder decirles quién soy —resoplo, cansada—. Los necesito…

Se me salen las lágrimas, no puedo evitar el dolor que hay en mí, hoy solo quiero dejar que todo lo que está dentro de mí fluya.

—Me tienes a mí, siempre estaré para ti.

—No es lo mismo, Tomás, tú sí tienes una familia que te adora, yo no tengo nada porque un maldito me envolvió y me hizo perder todo lo que me hizo feliz.

Me agarra las manos con delicadeza.

—Tienes que soltar tu pasado porque no te está haciendo bien, te estás llenando de odio, le estás dando la oportunidad de acabar con tu nueva vida.

Me suelto de su agarre y me alejo.

—¿Soltar mi pasado? ¡Alex me destrozó la inocencia! ¡Rompió mi corazón! —me altero—. ¡Yo lo amaba y él me volvió m****a!

Rompo a llorar sin vergüenza a que me vea, no quiero controlarme, no quiero fingir que estoy bien cuando por dentro estoy rota.

—Él no merecía una mujer tan increíble como tú, tuvo tanto que no supo que hacer, fuiste demasiado para él.

Trata de abrazarme y levanto mis manos para que se detenga.

—Alex fue capaz de hacerme culpar por un asesinato que no cometí, se aprovechó de mí, y eso no es lo que más me duele, sino que perdí a mi familia, cada vez que los recuerdo siento que todo en mí duele.

Sus ojos tan llenos de pesar me hacen sentir que le duele todo lo que le estoy diciendo.

—Yo no… merecía lo que me hizo…

Sollozo, envuelta en el llanto.

—Ahora es diferente, tienes la oportunidad de hacerlo pagar de la manera más legal, él siempre será un criminal, y tú nunca volverás a ser su secretaria. Tú sí cambiaste tu vida.

Me sonríe de manera sutil.

—El dolor me hizo cambiar, el resentimiento se convirtió en mi manera de sobrevivir y mis ganas de vengarme me mantienen cuerda.

—Alex no vale la pena, después la misión serás libre de culpas.

Lo miro.

—¿Y si fallo?

—Yo estaré ahí.

Todos tenemos esa persona que nos volvió pedazos y nos dejó para que nos construyéramos solo, sin pensar en lo mucho que duele, en lo mucho que nos cambia el dolor y el resentimiento.

—No puedes seguir pensando en venganza, es tiempo de que saques todo lo que no te deja avanzar.

Levanto la mirada con mis ojos llenos de lágrimas para mirarlo, y le digo con todo el resentimiento que hay en mí;

—Cada vez que me dices que debo seguir recuerdo que no fue a ti a quien violaron en una cárcel cada vez que querían. Recuerdo que no fuiste tú el que golpeaban cada día dentro de una maldita celda —hablo, logrando que se calle—. Tu vida siempre ha sido perfecta, en cambio, la mía un infierno.

Sí, el odio que siento por Alex no tienes límite y no puedo esconderlo.

—Alex pagará con cárcel o con la muerte lo que me hizo.

Se pasa la mano por la cara de manera desesperada y me dice;

—No fue buena idea que estuvieras en la misión, te está afectando. Pediré que te saquen.

—No, por favor —le agarro las manos, llena de vulnerabilidad—. Estaré bien, pero no me saques de la misión, todo está saliendo bien.

—Estás mal.

—Estaré bien.

—¿Segura? Alex desestabiliza tu vida.

—Y yo moveré su mundo. Te lo prometo.

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