—Mire si usted quiere hacerse el estúpido o si ya lo es, no es mi problema —siseó Elliot—. Los dos sabemos que si usted fuera a encarcelar a todas las mujeres que se dan una bofetada en este país, literalmente tendría que convertir todo el maldito país en una cárcel.
Lanzó frente a él el recibo de