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Parecía que llevaban una eternidad caminando sin parar en dirección a ninguna parte en concreto. Isabella miró su mano entrelazada con la de él. Le resultaba un poco extraño, pero al mismo tiempo agradable. Al volver la vista hacia él, no pudo evitar preguntarse si realmente no sentía nada mientras la cogía de la mano. ¿Se sentía un poco extraño, raro, incómodo, agradable como se sentía ella? Apenas podía respirar. El corazón le latía muy fuerte y tenía que respirar hondo a intervalos para calmarse un poco. Se convenció a sí misma varias veces de que sólo se estaban cogiendo de la mano, nada más, pero en el fondo no era así.

Mientras miraba fijamente a Enrique, esperaba ver alguna señal de que él se sentía un poco inquieto como ella, pero en lugar de eso, no encontró nada. Finalmente, apartó la mirada de él. ¿Cómo había podido olvidar que era un casanova? Obviamente, era muy bueno hablando con dulzura a las mujeres para que se enamoraran de él. Pensó en todas las mujeres a las que pod
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