—¡Dios, me siento tan estúpida! —murmuró ella cubriéndose el rostro con las manos.
—Créeme, yo más. Si solo te hubiera dicho... —Aaron se acercó a ella con lentitud y tiró de una de sus manos para acercarla a él—. Pero Nahia tienes que creer en mí. —Levantó su barbilla y la hizo mirarlo mientras lo