Nathan sintió un dolor tan profundo como jamás había sentido en su vida, pero separó a Sophia de él y tomó su pequeño rostro entre las manos.
—No, mi amor, claro que no. Escúchame, ¡escúchame! Meli no se fue por tu culpa, te lo aseguro. Nosotros acordamos que podíamos vivir todos juntos —mintió Nat