Por fin llego el fin de ciclo escolar, las niñas estaban contentas porque irían a casa de sus abuelitos, era la primera vez que estarían sin sus padres y por muchos días
¡Mamá! ¿Será que no lloren? Sobre todo, Rossane, es la más chica – decía Marian –
¡Cálmate! ¡A lo mejor si lloren un poco!, pero van estar con los hijos de tu tía Consuelo, y tienen donde correr allá, van a estar bien. – Tranquilizando decía la señora Gela –
¡Mamita! ¡yo no quiero ir! – dijo Rossane –
¡Te vas a divertir! ¡estarán con tus otros primos y van a jugar mucho! – dijo Marian-
¡Mamita! ¡Te voy a extrañar! – decía Rossane –
¡Ya hijita! Si no te acostumbras, cuando vaya te regresas conmigo, yo igual iré, solo tardaré unos días más en llegar. – consolaba Marian –
¡Si mamita! ¡Esta bien! ¡Vamos a jugar cuando vayas verdad!
¡Si hija! ¡Así será!
Gely como de costumbre solo miraba y se quedaba callada; aunque igual no se quería ir, al menos no muchos días sin su mamá, pero sabía que tenía que obedecer.
|Dos días des