CAPÍTULO 04

¡Riiing! ¡Riiing! ¡Riiing! 

La alarma de mi teléfono me despertó de pronto. Eran las seis de la mañana, mi turno en el hospital era a las ocho. 

Marc❤️ 

Buenos día amor, suerte en tu día. 

Recibí un mensaje de Marcos. Cada mañana recibía uno de su parte, enviándome los buenos días. 

Duty

Feliz día, amor. 

Preparé mi desayuno, tomé un baño y después conduje hasta el hospital. Hoy teníamos el mismo turno con Ana y estaba segura de que iba a contarme sobre su nuevo amigo.

—¡Dory! ¡Dory! ¡Amiga, tengo tantas cosas para contarte!

Se los dije, Ana iba a contarme los detalles de su nuevo amigo.

—Ayer no me presentaste a tu amigo. —mencioné.

—Lo siento, estaba preocupada por su amigo que olvidé por completo presentártelo. 

—¿Cuál es el nombre del galán que ya te robó el corazón? —pregunté. Mi amiga tenía el defecto de enamorarse rápidamente de un hombre, pero con esa facilidad también podía olvidarlo.

—Su nombre es Darío, es abogado y tiene su propio bufete, está soltero, no tiene hijos, pero quiere tenerlos. El hombre perfecto. Sin duda alguna nuestro primer encuentro fue amor a primera vista.

—Ana…—recriminé. Mi amiga siempre decía que era amor a primera vista.

—Te aseguro que ahora sí, es el correcto. 

—Si tú lo dices. 

—Es cierto, algo es distinto con Darío, mi corazón reconoce que es el hombre indicado o ¿No sentiste lo mismo por tu novio cuando lo conociste? 

Marcos me salvó la vida. Ese instante que vi como golpeaba a un tipo por defenderme, ese instante sentí que ese hombre era especial, no imaginé que terminaría súper enamorada.

—Algo así…

—¡Viste! Darío es especial, lo sé. Tienes que acompañarme hoy en la noche.

—¿Yo? ¿A dónde? 

—A un evento social, a esas reuniones que los ricos mantienen. Pero no quiero ir sola y Darío dijo que podía llevar a una amiga. Pablo también va a acompañarnos.

—No lo sé, no me gustan ese tipo de eventos. 

—¡Por fa!, Dory, hazlo por mí. Puedes llevar a tu novio y de paso lo conozco.

—No está en la ciudad.

—Cada día tienes una nueva excusa, estoy empezando a pensar que es solo tu imaginación.

—Él es real, muy real, te lo aseguro.

—Entonces, ¿vas a acomodarme? 

—Está bien, lo hago en nombre del amor.

—Gracias Dory, eres la mejor. —Ana me abrazó con fuerza.

Hacía todo esto por mi amiga. Ya que en realidad las fiestas sociales de gente rica, no eran para mí. 

El trabajo en el hospital fue como todos los días. Iniciamos el turno y terminamos alas cinco de la tarde. Ana me recordó la invitación y me envió la dirección en donde se llevaría a cabo dicha reunión. 

Al revisar mi armario me percaté que no tenía un vestido lo suficiente elegante para asistir. Tomé el más decente que tenía. 

Envié algunos mensajes a Marcos, para hacerle saber que no estaría en el apartamento, pero recibí respuesta de su parte. 

Terminé de cambiarme y estaba lista media hora antes de la hora indicada, justo a tiempo para conducir y llegar a la dirección que me indicó Ana. 

Le escribí a Ana, cuando me encontraba fuera del restaurante. 

Ana

Estamos adentro, estamos cerca de la puerta en la mesa de la derecha. 

Estacioné el auto y bajé. En la entrada se encontraban un par de recepcionistas, me dieron la bienvenida y me entregaron y ramillete. Ingresé y busqué a mi amiga. La encontré en la mesa que me indicó. 

Levanté mi mano y caminé hacia ellos. Ella, Darío y Pablo se encontraban en la misma mesa. 

—Buenas noches —saludé. 

—Bienvenida —expresó Darío. 

—Gracias por la invitación. —mencioné. 

—Dory, él es Darío, un amigo. —nos presentó Ana—. Y ella es Dory, mi mejor amiga, casi hermana. 

—Mucho gusto —. Dijimos al unísono ambos, nos reímos por la coincidencia. 

—Toma asiento por favor, en poco tiempo van a servir la cena. —indicó Darío. Me senté cerca de pablo y de una silla vacía, seguido por Darío y después mi amiga. Observé el sitio por un momento, era elegante, ilustre y distinguido al igual que todos los invitados. 

—Hola tía. —me saludó Pablo. 

—Hola pequeñín. —alboroté su cabello. 

El resto de invitados empezaron a tomar asiento. El lugar a mi lado seguía vacío. Tenían buen gusto para la música, ya que de fondo se escuchaba una de mis canciones favoritas. 

De pronto sentí la presencia de una persona a mi lado, al mismo tiempo que la silla era movida. Miré hacia arriba. 

¡David!. 

—Buenas noches. —saludó. Todos en la mesa respondieron, a excepción. Tomó el asiento a mi lado. 

—Hola Dorothy. —susurró cerca de mi oído. Traía un traje elegante y déjeme decirles que se veía guapo, guapo. 

—Hola. —respondí de manera cortante. 

Quería que mi amiga me salvara de esta situación, pero Ana y Darío estaban en una conversación íntima, Pablo jugando en su teléfono.

—Me alegra que estés aquí. —mencionó. 

—Sí, ¿y por qué? 

—Porque siempre es bueno tener una buena compañía en estos eventos tan aburridos. Estas personas tienen dinero y no se esfuerzan por hacer fiestas más animadas. Lo único bueno de este sitio es la música.   

—En eso si concuerdo con usted. 

—Ya es momento de que me tutee, con cuatro encuentros ya somos más que simples conocidos. 

—Estoy aquí solo porque mi amiga me lo pidió. 

—Darío está muy emocionado con tu amiga. 

—Lo mismo digo, pero adviértale a su amigo que si logra hacerle daño a Ana, voy a encargarme de que pagué cada lágrima. 

—No es necesaria, tanta amenaza. Mi amigo nunca le haría daño a Ana. 

Los meseros empezaron a servir la cena en cada una de las mesas. Fuimos uno de los últimos en recibir nuestros platos. 

David continuaba la conversación conmigo. Quizá no era la mala persona que presentía. Mientras tomábamos la cena, una persona llamó mi atención. 

Una señorita que se paseaba por todos los invitados y si no estaba confundida se trataba de Sara, la hija de Marcos. Y si ella estaba aquí, posiblemente él también estaría aquí. 

Miré cada una de las mesas, pero no lo encontré. ¿Y si estaba por aquí y me veía? Esto iba a volverse incómodo. 

—¿Te sientes bien? —preguntó David. 

—La verdad, no. Creo que mejor me iré. —Quise levantarme de la mesa. 

—¡Quédate! —David tomó una de mis manos—. Ahorita viene lo mejor de la fiesta.

Me quedé en mi asiento, pero tenía un mal presentimiento. Con la presencia de Sara en la fiesta, solo podía significar una sola cosa. 

—Buenas noches, queridos invitados. —Miré hacia el frente. Una mujer estaba parada con un micrófono en la mano—. Hoy la familia Santana está de fiesta y quiere compartir la felicidad con todos ustedes. 

¿Santana? Ese era el apellido de Marcos. Esto quizá era solo una casualidad. 

»20 años, se dicen fáciles, pero en un matrimonio solo significa una cosa: verdadero amor. —continuó hablando la mujer—. El matrimonio Santana, celebra hoy veinte años de su feliz unión. 

Marcos salió por una de las esquinas del escenario. De su brazo una mujer lo acompañaba: su esposa. Estaba en la celebración de aniversario de bodas de Marcos y su esposa.

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