Hipidos resonaban en el ambiente oscuro, mientras escalofríos recorrían como un soplo de viento que nos envolvía. Hasta que, en medio del silencio, un sonido cortante llamó nuestra atención.
— Por favor, por favor, no aguanto más… — La voz de Sophie estaba entrecortada, cargada de sufrimiento.
— ¡Por aquí! — Gruñí irritado.
Avanzamos hacia un lugar sumido en sombras de negro y gris, donde la luz era escasa, revelando charcos dispersos por el suelo. Al fondo, un trono se alzaba, ocupado por una presencia maligna que observaba a la híbrida encadenada al suelo, las cadenas emergiendo de las aguas oscuras.
— ¡Malditos, SUÉLTENLA! — Rugí estruendoso, atrayendo la atención de las sombras que la rodeaban. El ser misterioso en el trono inclinó la cabeza hacia un lado.
— Mira nada más, ¡tenemos visitantes! — Dijo enigmáticamente — No son solo visitantes, tenemos ante nosotros al ilustre Alfa, el rey Lycan maldito. ¡Qué deleite y honor conocerlo personalmente!
La criatura sombría esbozó, al par