¡Hola lectores! Gracias por llegar hasta aquí, ¡Lo aprecio mucho! Recuerden comentar y opinar acerca de la historia, de nuestros personajes. ¡Porque en el epilogo dejaré agradecimientos a los lectores que mas comenten y que siguen la historia y viven lo que viven los personajes! así que comenten mucho, y yo les daré muchito amor. ¡Gracias por llegar hasta aquí! Nos vemos en los próximos capítulos ☺️🥰💖
Por su torrente sanguíneo corre un desconcierto que la enmudece por un par de instantes, y observa la mano de Eron. Puede no recordar con certeza el camino a donde llegó a parar, pero sin duda alguna el tono de ésta voz la reconocería incluso cuando no fuese el caso porque es la única prueba que tiene para buscar a ese hombre y a esa anciana.Angelina se toma un momento para responder.—Eh —comienza desconcertada—, ¿Nos hemos visto antes, señor Eron? —y estrecha la mano como último recurso para comprobar sus ideas.El rostro de Eron se congela unos instantes pero luego de unos momentos ve en su rostro lo que buscaba para decirse a sí misma que no debe estar loca: una sorpresa que disimula con un parpadeo.—No, señora. No lo creo.Giancarlo está en silencio mirándolos a ambos, como si estuviese a punto de atacar. Angelina se aproxima a su lado él pero procura no mirarla tanto como desea.—De seguro lo confundí con alguien más, perdónenme. Pero no tengo problema con el proceso si es el
Su estómago se contrae cuando ya se queda sola, y Angelina tiene que hacerse la pregunta si realmente está equivocada acerca de haberle dicho a Giancarlo. Ni siquiera sabe lo que le hizo a Gabriel. Aunque todavía siente los dolores de su cuerpo, es algo increíble que Giancarlo esté haciendo exactamente lo que pidió. No es que le agrade volver a estar en estas gigantes paredes donde la acechan cada vez que se da la vuelta pero estar en el mismo sitio que un Mancini resulta peor.De vuelta en la sala para recibir el medicamento que Letizia le ofrece, Genoveva entra con unas de sus empleadas mientras señala lo que tiene que hacer con las cortinas y un par de cosas más acerca del tapiz.Cuando Angelina se acomoda débilmente en su sitio debido a la constante molestia de su cuerpo, Letizia sale del salón para dejarla a solas.—Sabes que éste matrimonio tuyo me ha dado jaquecas, y la sola idea de que ese hombre sea tu marido me enfurece porque aunque no te casaste con Gabriel, como habíam
Angelina se siente desamparada en cualquier sentido. Por más que intente hacerlo, la libertad y la verdad se ven cada día más lejanas. Al menos ahora tiene la libertad de andar por donde quiera, pero si hay alguien allá afuera que quiere hacerle daño y que está más cerca de ella de lo que imaginó, no puede estar en paz.Vito se adentra al coche y al verla con unos ojos de preocupación y de tristeza mezclados entre sí, pregunta:—¿Quiere que la devuelva a la casa de los De Santis, señora?Angelina queda mirando un rincón por un par de momentos cuando mueve la cabeza.—No, Vito. Quiero que me lleves al centro médico —todavía puede recordar un par de palabras intercambiada entre Isabella y Magdalena en una de las últimas de las cenas—, por favor.Vito suspira con resignación. Las calles de Florencia son hermosas y ahora son sus únicas acompañantes. Incluso el dolor, aunque está ahí, ya no es su centro de atención debido al embrollo que ahora es su cabeza. Y ni siquiera tiene la oportun
No hay límites en estos instantes. Por más que se diga a sí misma que debe ocultar lo que Giancarlo le hace sentir, cada vez que es su aliento quien choca contra su piel y sus manos la toman de forma posesiva cualquier pensamiento de negación pierde valor. Por más que intente alejarse, la atracción innata con su enemigo es voraz, y devora lo que había creído que era lo correcto: no desearlo como hombre.Qué fatal mentira, y una mentira así lo único que hace es restregarle en la cara que Giancarlo tiene un poder en ella que no sabe cómo o cuándo surgió, pero puede convertirla en una mujer sumisa si así lo quiere. Hasta ese punto ha llegado Angelina.Y mientras lo besa, tampoco piensa con claridad. Sus labios son un antojo a sus deseos, y a lo que han venido aumentando desde que ambos se proclamaron como la pertenencia del otro. Esa posesividad que no calla y aumenta sus más profundos deseos. Con ansias aumenta el desesperado movimiento de su boca contra la suya, una especie de remo
Tal cual lo había prometido Astrid volvió para que Giancarlo se colocara en su silla. En realidad, Giancarlo es un hombre bastante fuerte, musculoso y con la ayuda de sus brazos puede hacer cualquier cosa. Sin embargo, siguió negando que se le ayudase para sentarse en su silla y Angelina sólo le sostuvo la silla para que él mismo, sin mostrar signos de dolencia o algo más, se sentara en ella.—Eres un gruñón —le murmuró Angelina cuando ya Giancarlo, vestido en su traje negro de oficina, arreglaba sus piernas en el reposapies.—Ya hiciste demasiado —fue lo único que respondió Giancarlo, arreglándose su corbata. Angelina le tocó negar con la cabeza, y como su silla era eléctrica, no necesitaba de su empuje. Astrid quedó convencida de que haría un gran trabajo porque tiende a aprender rápido, y de cualquier forma ella iría a la mansión de los Mancini para ver que todo ande bien. Se despidieron de ella a la salida y Angelina vio a Vito esperándola, pero también esperaban los escoltas y e
Angelina siente una confusión de esas contrariadas en la rabia, muy en el fondo incomodidas también. Tener a Marcelo de ésta forma y diciéndole éste tipo de cosas acerca de quién es su jefe no es algo que aprueba, y mucho menos si está tan cerca, de ésta forma.—Marcelo, te ordeno soltarme. ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué dices algo así? —se remueve Angelina de su agarre mirando a todos lados buscando algo que pueda usar para ayudar a zafarse de él—, no puedes hacer esto.—¿No entiende que si esto ocurrió fue luego de que me fui? Él estaba ahí y no hizo nada para impedir que usted sufriera algún daño, no hizo nada para detenerla. Lo que le digo es que no está protegida aquí, porque le es indiferente. Es mejor que esté en la casa de su madre. Mi deber es protegerla y le digo, señora, que aquí usted no está a salvo.—Bueno basta —Angelina gruñe con impaciencia mientras lo oye y su descontento incrementa porque esta clase de palabras y de reacción que tiene Marcelo despctivamente contra Gi
Ha pasado apenas un segundo antes de que Angelina retroceda debido a la descarga repentina de fuerza que tuvo que emplear. Aurora sostiene enervada a su abuela, y más aún cuando posa sus ojos en Angelina quien trata de no aparentar dolencia, ni siquiera en el rostro donde roza el tono colorete de su mejilla. —¿Quién te crees que eres, sabandija? —la voz de Nina retumba y hace eco por los lados del pasillo abierto. Si alguien más se ha parado a observarlas queda totalmente en el olvido porque Nina deja a un lado a su nieta para dar pasos hacia Angelina—, ¿Quién te crees? —No tienes ningún derecho en acusarme de algo que no tiene sentido, mucho menos abusar de tu puesto como madre de Giancarlo para tocarme un sólo cabello. La pregunta aquí es ¿Quién eres tú? —Angelina no se mueve de dónde está, con la mirada altiva y reuniendo la paz que necesita para no titubear delante de cualquiera y no dejar que pasen por encima de ella—, ¿Cómo te atreves a decir eso? ¡A levantarme una mano! Has
Angelina se coloca las manos en la cintura y alza el rostro al cielo. Señal de frustracción. —No tengo nada qué explicar —Angelina musita. Ya ha pasado mucha rabia con Nina y sus acusasiones—, pero si algo tengo que decirte, Giancarlo, es que Marcelo es un hombre que me importa muy poco para que tanto tú como Nina piensen algo que no es. Algo que me pone a mí en una posición que no toleraré porque si algo no tolero en esta vida —Angelina está dispuesta a dejarselo en claro a como de lugar—, es la infidelidad. No hay peor traición que aquella y no lidiaré con ninguna persona que me tache de semejante acusación. Giancarlo ha terminado de fumar. Y lo que tiene en sus manos son los papeles que va pasando de forma pausada. Esta actitud desinteresada no sabe cómo tomarla. Angelina está algo resentida de que este tema salga a flote una vez más. —Ya discutimos una vez por esto —Angelina no quiere sonar molesta pero es el único tono que le sale—, ¿Quieres saber de él? Bueno, él trabaja para