Capítulo treinta y siete
Crisis
*Cassandra Reid*
Observo el reloj una vez más mientras la madre de mi paciente parlotea sin cesar, como si fuéramos amigas de toda la vida. Esta es la rutina de todos los días. Las mujeres de Florencia quieren conocerme y agradarme por el simple hecho de estar casada con Adriano Di Lauro. Es un fastidio y aunque en muchas ocasiones no me cuesta sonreír o mantener el hilo de la conversación, hoy solo rezo para que termine su tertulia y me deje ir a la cafetería. Como es habitual, se me ha pasado la hora de almuerzo y muero de hambre.
— Bueno, mi marido me espera en la salida —por fin llegan las palabras tan esperadas—. Supongo que nos veremos en la próxima consulta... o tal vez —no me da tiempo a responder—, podríamos