Capítulo catorce
Cuando el cuerpo ignora al cerebro
*Enrico Falconi*
La veo entreabrir los labios, ansiando ser tocada por los míos y la piel me escuece queriendo tomarla.
Los ojos azules son apenas unas rendijas y la risa ha desaparecido. Apenas soy consciente del lugar en el que estamos. Cualquiera podría tomar una foto y entonces, el caos de desataría.
¡Joder! Sería tan fácil besarla...
Stella Di Lauro es demasiada tentación para la cordura de cualquier mortal.
Me acerco hasta no dejar ni un centímetro de distancia entre los dos, rozo su boca con la mía sin apartar la vista de sus ojos y...
«No, princesa. Todavía no»
—Ha sido suerte de principiante —comento de buenas a prim