LA ESPOSA DEL DEMONIO
LA ESPOSA DEL DEMONIO
Por: Marycruella
UNO

—Por favor espera—Su pecho es un ir y venir con el miedo que toma cada molécula de mi cuerpo— esto no está bien.

—Está bien para mí, y eso es suficiente, cuando entenderás que eres mía, mi esposa, que me perteneces.

Ella cubrió su rostro con ambas manos, cuando sintió que ese hombre se acercaba a sus labios, algunas lágrimas escaparon de sus ojos cuando su mano recorrió la piel desnuda de sus piernas, beso su cuello y subió lentamente.

Melisandre no podía tampoco negar que el olor varonil que desprendía aquel hombre le encantaba, le gustaba, pero ese sentimiento estaba prohibido para ella, no podía ser, porque su espíritu estaba entregado y destinado para Dios, así que esos sentimientos y sensaciones lascivos para los humanos no estaba

Permito para ella.

─Detente

Puso su mano en la de el cuándo llego al borde de sus bragas para tirar de su pequeña braguita

─Relájate te gustara.

─No puedo.

─Abre más las piernas.

Demandantemente le exigió, eso la hiso estremecerse, su cuerpo vibro y su intimidad lo resintió.

El hombre bajo lentamente sus bragas. Observo su intimidad le encanto que tuviera vello púbico  y suspiro gratamente, era lo más lindo que había visto, su vagina aunque ella lo negara brillaba por la excitación. Solo paso su dedo índice por toda la abertura de Melisandre, por esa intimidad que dolía,

Pero que ella con toda las fuerza de voluntad trataba de ocultar, ya que no quería hacerle notar a ese hombre que la afectaba como nadie.

Luego simplemente el hombre tomo con su boca la intimidad de aquella mujer, probo su esencia que lo embriago de inmediato Ella apretó las sabanas fuerte con sus manos y levanto su espalda de la cama al sentir como la lengua de aquel misterioso hombre masajeaba con su lengua su punto de excitación.

─Dios perdóname,

Exclamo ella al sentir como ese hombre se estaba robando su cordura y toda coherencia al lamerle su intimidad.

Un calor indescriptible, algo que ella no entendía y tampoco había experimentado antes, se fue forjando en ella, su calor corporal aumento y las ganas de tener más fricción entre la boca de ese hombre y su intimidad se volvió desesperante para ella, en ese momento se dejó llevar por completo del deseo, sus manos que se mantenían aferradas a la cama, ahora tomaban los cabello de aquel hombre, su cadera tomo vida propia y los gemidos se volvieron incontrolables.

Sintió por un momento como la felicidad la invadió, el cómo su cuerpo se fragmento por una sensación que nunca, nunca había conocido.

Respiraba erróneamente, se sentía desmarojada por el orgasmo, que en definitiva no supo cómo llamar a lo que su cuerpo experimento.

─Que fue eso.

Pregunto.

─Eso fue el placer infinito, lo que te ofrezco si te entregas a mí, vivirás cosas increíbles a mi lado, solo tienes que sucumbir a mis deseos, a mí y te entregare el placer infinito de los hombres, entrégate a mi Melisandre─el hombre le habla sugestivamente en el oído, sin dejar el peso de su cuerpo en ella pero trasmitiéndole todo su calor corporal, calor que eriza la piel de la pobre e inocente Milesandre que se estremece con el color de la voz tan gruesa y varonil de aquel desconocido pero ardiente hombre─ te aseguro que nunca te arrepentirás de  tu decisión, entrégate a mí, hermosa, se solo mía.

Sus palabras eran prometedoras e inmunizantes, Melisandre atrapaba fuerte su vestido, ese que estaba recogido hasta su cintura, para poder dejarle ver toda su feminidad al desconocido, pero a  pesar de lo bueno que se había sentido, supo que esto no era bueno, no era lo que deseaba y que ese hombre no podía ser más que el demonio que estaba tentándola a cometer un pecado.

─No aléjate de mí demonio

Pronuncio la chica con decisión.

─Nunca seré tuya, toda yo le pertenece a Dios, nunca me entregare a ti, así que aléjate de mí, aléjate.

El hombre sonríe a medias, estremeciéndola porque aunque ella no comprende porque no puede ver por completo su rostro pero si puede ver alguno de sus gestos, el hombre lleva una mano de nuevo a  su intimidad asustándola.

─Sientes esto? ─su dedo se resbala por lo mojado de su sexo ─ya eres mía, solo es cuention de tiempo para que te des cuenta─Sintio como ese hombre iba presionando su entrada, se asustó en el proceso ya que sabía que el hombre iba a irrumpir en ese lugar sagrado.

─No.

Dijo cuándo sintió deslizarse un poco.

─Eres mía.

Cuando sintió que ese hombre la penetraría con su dedo, un fuerte ruido la despierta.

─hermana, hermana, es tarde.

Escucha la voz de la hermana Galicia.

Al abrir sus ojos de imprevisto se asustada y se tira de la cama para poder abrir la puerta, acomoda su pijama larga blanca, recompone un poco su postura y seca el sudor de su frente con su mano, pues sabe que todo fue un sueño pero demasiado verdadero ya que su cuerpo esta traspirado a mas no poder.

─Dios la bendiga hermana.

Saluda Melisandre cuando abre medianamente la puerta. Solo dejando ver parte de su torso

─Dios la bendiga hermana.

Saluda gálica y hacen reverencia.

─Sucede algo hermana, se encuentra enferma?

─No hermana, estoy bien.

─Pues no parece falto a la misa de síes de la mañana, además la hermana superiora la necesita en su despacho de inmediato.

─Gracias hermana iré enseguida.

cierra la puerta y rápidamente toma un baño y se pone su habito y se dirige a la oficina de la madre superiora, en el camino escucha y observa como las demás hermanas la miran y hablan, ignora esos murmullo y temblorosamente se va acercando a su destino, recordando ese sueño pecaminoso que tuvo, cuando tomo su baño comprobó que no solamente en el sueño si intimidad se había mojado, si no que estaba completamente empapada en ese momento, causando en ella arrepentimiento y pena ante Dios, por tener ese tipo de sueños.

Toca la puerta y espera a que la madre le dé el permiso de ingresar, eso hace y lo primero que ve es  a un hombre hablando con la madre superiora.

─Hermana Melisandre, dios la bendiga.

─Dios la bendiga madre superiora.

En este convento se acostumbraba a saludar de esta forma, deseándole siempre a la persona la protección de Dios.

Ingresa solo unos pasos, quedando a espaldas de aquel hombre.

─Cuénteme madre superiora para que requiere mi presencia

─Tenemos una situación bastante incomoda y preocupante con respecto a su estadía en este lugar.

Sus palabras llegaron asustarla, pues ella no había cometido ninguna infracción que colocara en riesgo su presencia en el convento, estaba por tomar sus votos para convertirse en monja, solo era una novicia pero tenía el pensamiento ferviente que convertirse en monja y servir a dios.

─Porque madre que he hecho de malo, mi comportamiento siempre ha sido destacable.

Se apresura a decir, sus nervios están de punta.

─Tranquila hermana, déjame explicarte.

Dice la madre con gesto con su mano para que se calme, Melisandre tiembla porque ella no conoce otro mundo que no sea este, desde pequeña su padre después que murió su madre la había internado en una escuela para niñas, justamente en este internado se forjo como administradora de empresa, pero descubrió su pasión por Jesús y es por eso que ahora estudia para ser la esposa de Dios.

─Déjame presentar al señor Francis Vasiliev.

El hombre se levanta de la silla, acomoda su perfecto traje y gira para poder observar a la chica, ella queda impactada, es un hombre que entrado ya en edad mantiene una muy buena figura, sus ojos son hermosamente hipnotizaste, nunca había visto un gris tan profundo, pero pronto se equivocaría con su apreciación, mientras tanto el señor Francis observa a la linda joven con ojos azules hermosos, la ternura que desprende la joven lo conmueve.

─Como la madre superiora dijo soy Francis vasiliev, perdón señorita por llegar tan tarde, era un  buen amigo de tu padre, te brindo mis más sinceras condolencias.

Dice el señor Francis parándose frente a la joven, sus palabras la asombraron y la llenaron de tristeza ya que efectivamente su padre había muerto dos meses atrás.

─Acepto sus condolencias señor Vasielev, pero no comprendo que tiene que ver usted con mi estadía en este convento.

─Lo siento de verdad Melisandre pero no podemos hacer nada.

Su corazón late demasiado rápido por las palabras de la madre superiora aun no comprende a que se refiere.

─No entiendo madre.

Dice haciéndose a un lado, para poder mirar a la madre que se mantiene sentada detrás de su escritorio, ya que el señor vasielev por su estatura cubría toda su vista.

─Lo siento de verdad, pero no podrás tomar tus votos para ser monja.

─¿Porque?

Ella mira al señor y este  con vergüenza baja su mirada, mira a la madre que esta le da una noticia igual de fatal a la que recibió cuando le informaron que su padre había muerto, inclusive diría ella que esta le duele aún más, porque aunque ella sabía que era su padre, nunca

Tuvo mayor contacto con él, su vida giraba en este convento, siempre pensó que moriría siendo una virgen entregada al servicio de Dios."será que este es un castigo de dios por sus sueños lascivos"

Pensó la pobre chica buscando una explicación a lo que está viviendo.

─Porque te iras con el señor Vasielev.

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