A la mañana siguiente, Patricia se levantó ojerosa, realmente no había podido dormir, su mente divagaba entre las caricias de Enzo por las que estuvo a punto de entregarse a él y la conversación que sostuvieron y mediante la cual admitió el engaño del que había formado parte.
Frente al espejo miraba su rostro cansado; de todo lo malo, había logrado que él le permita ver a sus padres y a su hijo, además quería que hiciera el trabajo al que le había dedicado seriedad y mucha atención, esa parte le gustaba tanto como la de poder ver a su pequeña familia; respecto a seguir siendo su prisionera, tuvo que reconocer para sus adentros que no le resultaba desagradable seguir viviendo bajo su techo.
Finalmente se arregló lo mejor que le permitió el trasnocho y salió para iniciar la ejecución del proyecto con los asiáticos; al entrar a la emp