LA ADHALIA NEGRA
AMELIA
Saliendo de ese lugar estoy decidida a marcarle a Natalia. Quisiera que pasáramos a un lugar más tranquilo que no sea la casa. Cuando teníamos nuestros ratos libres en el trabajo antiguo, salíamos a diferentes lugares. Eran tan divertidos esos tiempos.
Mi celular suena y sin revisar el identificador de llamadas contesto, pienso que es Natalia que me va a reclamar el por qué la dejé con la palabra en la boca.
— ¿Hola?
—Quiero verte y sería de mal gusto que dijeras que no puedes.
Odio trabajar para alguien y mucho más para esta mujer que solo busca como fastidiarme. Tatiana.
— ¿Por qué no moderas tu poca educación, eh?
—No sé tener educación con personas cualquieras.
— ¡¿Que rayos quieres?! – le grito.
— ¿Acaso eres una mujer tan ocupada que resulta que no tienes un poco de tiempo? Recuerda que todo lo que comienzas a tener es gracias a Alejandro y a mí.
—Tatiana, será mejor que me digas que quieres decirme.
—Te veo en 30 minutos en la cafetería más cercana a l