Mundo ficciónIniciar sesiónLa fortaleza de Johann Schneider se elevaba desde los fiordos de Noruega como un monumento a la paranoia corporativa. Sus paredes de hormigón se erguían contra el cielo nórdico que parecía haber olvidado que existía el color, convirtiéndose en infinidades de grises que se confundían con el agua helada abajo. Diego estaba de pie junto a una ventana que ofrecía una vista panorámica de aislamiento absoluto. Guardias armados patrullaban los perímetros con la precisión de autómatas que habían aprendido a matar sin cuestionarse.
Johann Schneider entró a la habitación llevando consigo el aura de alguien que había ganado todas las batallas que había elegido luchar. Su traje gris era idéntico al de la última vez que lo vi







