—Mi hijo me dijo que estabas aquí.—traté de ocultar mi cara porque se daría cuenta de que estuve llorando y fijé la mirada hacia mis pies.—Lo que hiciste allá afuera fue excepcional, tienes mucho talento.
—Muchas gracias.—sonreí.
—Isa...¿te puedo decir así?.
—Sí, claro señor Hartman.—levanté la cara y él me sonrió.
—Quizas hayas notado que te he estado observando en toda la noche.—asentí evadiendole la mirada.—Tienes excelentes modales, tu vocabulario es perfecto, posees una habilidad increíble con los instrumentos musicales...—volví a bajar la mirada.—Cuándo escuché tu apellido traté de recordar en