ENZO
La paciencia no es una de las cosas que manejo mejor, en especial cuando se trata de ver a Lea haciendo muecas después de despertar en una camilla, el doctor que la atiende es joven, y no soy idiota, sé que le mira los pechos discretamente. Cierro los puños estando a punto de estampar su cráneo contra el suelo, cuando de pronto termina de vendar el hombro de Lea y la indica que se ponga la blusa.
—Estarás bien, afortunadamente la bala no era de largo calibre y no te dio en otra parte del cuerpo —le dice ignorando totalmente mi presencia y la del pendejo de Barclay—. Te daré algunos analgésicos.
—Doctor, estoy embarazada —dice Leah con voz dulzona y siento la necesidad de girarla y clava