Me gustas

Deslicé suavemente los tirantes del vestido por sus hombros y bajé lentamente la prenda hasta dejarlo por debajo de sus jugosos senos, dejándolos a su vez expuestos para mí. No son como los había soñado; son mucho mejor. Tienen el tamaño perfecto, ¿será que mis manos los abarcarían por completo? Me pregunté, deslizando la yema de mis dedos por sus brazos y con la tentación de atacarlos con mi lengua y mis dientes. En cada roce puedo notar como su piel se va erizando y su respiración se va acelerando cada vez más. Inclusive, por más en que se muerda los labios, se escucha muy agitada.

—Mi conejita resultó ser muy sensible, ¿eh? — mordí mis labios, perdiéndome en la suavidad de su piel y en lo dulce de sus jadeos.

Cada fantasía me llegó de golpe a la cabeza, dejándome idiotizado por breves segund
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