Grité tan fuerte como pude, girando mi cuerpo hacia él mientras llevaba las manos a mi pecho para calmar mi agitado corazón. ¿Y este que hace aquí? Seguro se le quedó algo.
—Ahora entiendo porque compras tanto helado — dejó varias bolsas sobre la isla de la cocina—. Los mercados quedan muy retirados, deberías considerar mudarte.—Ah, ¿sí? — no salía del asombro, tampoco sabía qué decir.—Espero no te moleste que haya comprado algo de comida para ti — sonrió ladeado—. Debes alimentarte mejor. Traje croissant, son muy ricos. ¿Gustas?Me lancé a sus brazos por impulso, robando sus labios y deleitándome por completo de su sabor. Por unos segundos quedó pasmado, pero no tardó en envolverme entre sus brazos y pegarme a más contra su cuerpo. Sí, m