Nadia iba caminando por los pasillos a los que Kader tomó en rapidez para que en el palacio no se dieran cuenta de su condición. Sus pasos eran rápidos y al momento en que llegaron frente a la habitación de la chica, ella se apresuró a entrar para no enfrentar al príncipe.
—Escucha… —él tomó su brazo haciéndola girar.
Nadia dejó la puerta medio abierta y le hizo frente sabiendo que iba a pedir cualquier barbaridad, y ella ya estaba lo suficientemente enfadada.
—¿Qué vas a pedirme? ¿Qué me arrodille ante ti y te haga reverencia durante el resto del día?
El ceño de Kader se frunció notablemente mientras la adentró a la habitación, podía notar la acotación de amargura en su voz.
—¿Por qué me hablas así?
—Lo siento, majestad, se me olvida a cad