—¡Lauren para!—dice siguiéndome—. ¡Lauren!
Sigo corriendo ignorándolo nuevamente.
—¡Suéltame!—digo intentando quitar su mano de mi brazo izquierdo.
—¿Puedes escucharme?
—¡No quiero!
De pronto noto como su mirada se vuelve amarilla.
—Tus ojos...
El no me responde, se agacha y me levanta sobre su hombro.
—¡Jaime, bájame!