Llegamos…
En efecto lo hemos hecho. Aterrizamos, y supongo que me dormí todo el viaje y fue mejor así. Me fijo en que estamos solo los dos. Le doy la mano y me ayuda a incorporarme con un leve tirón acercándome a él. Me le quedo observando y sin yo esperármelo me abraza fuerte encerrándome en sus dos brazos y acariciando mi espalda.
Creí que era hora de abandonar el avión, y no. Él me aferra y sus brazos apresándome tan fuerte que me desconcierta un poco el gesto. No se siente como él, que siempre es cariñoso conmigo. Hay algo más.
―Samantha ―susurra mi nombre, y es la primera vez que lo hace.
Por lo general siempre soy Sam, o su pequeña.
―Sí ―apenas siseo.
―Gracias por venir ―expresa con un deje de nostalgia en la voz que me hace preguntar a qué se debe esa conmovida reacció