Capítulo 12

Definitivamente, muy negro. Mi mandíbula cae en el acto y me bajo de un tirón de la silla alta. También tengo que aceptar que su comentario malintencionado me puso ardiente y roja como un tomate.

―Que... que te hace creer que puedes hablarme de ese modo ―resoplo; es hora de rescatar mi escasa dignidad.

―La facultad que me dio el haberte ayudado todo este tiempo ―dice y noto algo de soberbia en su tono.

―¡Ayudarme! ¡Ayudarme en qué! ―grito levantando por primera vez mi voz.

―Tu benefactor, lo olvidas.

¿¡Mi benefactor!? Me llevo las manos a la boca. Sabía que alguien me apoyaba; pero nunca supe quién era. Era una especie de plan padrino invisible. Esto... no me gusta.

―¿Eras tú?

Le señalo con mi dedo índice. Sé que es de mala educación, pero no puedo evitarlo. Eso no me lo esperaba. Esperaba que se hubiera olvidado de mí...

―Sí, por supuesto ―admite todo engreído.

―¿Todo ese tiempo siempre fuiste tú? ―Reincido, po

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