“Hana”
Ya pasaba de la medianoche cuando la familia se despidió y el personal del *catering* se fue. Claro que Giovana se hizo la remolona lo suficiente para ser la última en irse y repetir su gracia sobre los tapones para los oídos y lo bien que habían funcionado la última vez. Rafael cerró la puerta, apagó las luces, dejando solo las indirectas encendidas, y se volteó hacia mí con esa sonrisa de quien estaba teniendo muchísimas ideas.
—¡Finalmente tú y yo! —Se acercó, me abrazó por la cintura y me levantó del suelo.
—¡Por fin! —asentí y lo besé—. ¡Estoy ansiosa por desenvolver mi mejor regalo!
—¿Ah, sí? —Frunció las cejas con una media sonrisa—. ¿Y cuál es ese regalo?
—¡Tú, psicogato, el mejor de todos! —Me reí, agarrada a su cuello.
Y mientras me besaba, una música suave comenzó a sonar. Me puso en el suelo y empezó a bailar conmigo. Toqué los botones de su camisa y los fui abriendo uno por uno, muy despacio, mientras él me envolvía en ese baile lento y sensual, dándome besos