“Heitor”
Después del huracán que fue la visita de mi padre, necesité unos minutos para calmarme. Llamé a mi madre y le avisé que él estaba en la ciudad; inmediatamente me dijo que se iría de viaje porque no quería verlo. A la hora del almuerzo me dijo que haría un viaje con un grupo de señoras a un spa, según ella, sensacional. Me pareció mejor así, ya había sufrido demasiado.
A última hora de la tarde, Enzo entró en mi oficina todo animado. Melissa se levantó para saludarlo, pero claro que el chico no se contuvo.
— Nena, si me ahogo en tu belleza, ¿tengo derecho a respiración boca a boca? — Soltó Enzo, arrancando carcajadas mías y de Melissa.
— ¡Muchacho, estás imposible! — Dije secándome los ojos.
— Gatito, te prometo que cuando tengas dieciocho te doy una oportunidad. — Melissa le guiñó un ojo, y él se llevó ambas manos al corazón teatralmente.
— Lo cobraré, nena. Ya sabes, tres años pasan rápido. — Enzo se sentó al lado de Melissa. — ¿Supiste que conociste a ese ser adorable