"Samantha"Tenía tres perros en casa corriendo de un lado a otro, una niña detrás de ellos, un adolescente conversador, un novio con las manos inquietas y un almuerzo dominical que preparar. Administrar todo esto era bastante complicado.Invitamos a nuestros amigos a un domingo de asado y piscina, y le dije a Enzo que invitara a Luna y a su hermana. Aproveché y llamé a Vini que tenía el día libre. Sería un día muy divertido.Pronto llegaron Patricio y Virginia, y Catarina y Alessandro con Pedro y el cuarteto fantástico. El alboroto fue creciendo, porque Pedro se encantó con los perros y ya estaba rodando por el césped con ellos y con Clara.—Sam, ¿tres perros? —Catarina me miró impresionada.—Amiga, unos tienen bebés, otros tienen perros. —Reímos juntas—. Pero solo Canela es mío, los otros son de Enzo y Clara.—¿Y Hebe sabe de esto? —Melissa preguntó llegando detrás de nosotras.—Ella sabe que tendría un perro pequeño, pero Clara y Enzo consiguen todo lo que quieren de Heitor. —
"Heitor"—¡Buenos días, familia! —Entré en la cocina bastante animado el lunes por la mañana y recibí como respuesta un buenos días colectivo lleno de risas.—Niños, cepíllense los dientes rápido y váyanse, para no llegar tarde a la escuela. —Samantha impuso marcha a Clara y a Enzo.—Los esperaré afuera, niños. —El Sr. Afonso puso su taza en el fregadero y salió dándome una sonrisa, acompañado por María.—¡Buenos días, Ruiseñor! —Abracé a Samantha y le di un beso lento.—¡Buenos días, mi lindo! —Ella respondió con los brazos entrelazados en mi cuello y luego habló en mi oído:—La casa es solo nuestra esta mañana.—Voy a sacar a estos chicos rápido. —Me animé, pero ella me jaló hacia la mesa diciendo que me esperaba para el desayuno.Los niños salieron apresuradamente y gritando despedidas ininteligibles. Me parecía todo demasiado bueno, pero estaba ansioso por quedarme un poco a solas con mi diosa.Samantha y yo nos sentamos en la sala y estábamos haciendo planes para la seman
"Heitor"Apenas noté el auto de Melissa estacionándose y las chicas bajando y viniendo en nuestra dirección. Melissa era la más entusiasmada de todas y llegó aplaudiendo.—¡Eso es, Sam! Muéstrale a esta zorra que se metió con el hombre equivocado. —Melissa apoyaba a Samantha.—Melissa, ayúdame a separarlas. —Pedí sin saber qué hacer.—¡No las separes, Martínez! Deja que Sam saque las penas de su corazón. —Melissa advirtió—. ¡Sam, pásale la cara de esta atrevida por el asfalto!—¡Melissa! —La reprendí, esto podría acabar muy mal, pero era tarde.Samantha ya tenía a Isabella acostada con la cara en el asfalto, agarrada de sus cabellos y con la rodilla en medio de su espalda. Isabella estaba totalmente inmovilizada y gritaba por ayuda. Pero Samantha tenía fuego en los ojos y restregaba la cara de Isabella contra el suelo.—Escucha bien, puta del infierno, nunca más, nunca más, te acerques a Heitor. —Samantha hablaba alto al oído de Isabella.—Suéltame, suéltame, estúpida, me estás
"Samantha"Apenas habíamos comenzado a jugar cuando Flavio recibió una llamada extraña y tuvo que salir. Dijo que era trabajo, pero que volvería pronto. Manu solo observó. Continuamos jugando y todo iba muy bien hasta que María me llamó.—Sami, llegó tu mudanza. Voy a poner todo en orden, ¿tienes alguna recomendación? —María me preguntó y me sentí feliz por no tener que ir al apartamento, desde la última carta estaba recelosa.—No, María. Son ropa y artículos personales, solo deja todo allí en el clóset. Gracias. —Respondí agradecida por su ayuda con esto.—Ah, otra cosa. El Sr. Vinícius pidió que te entregara esto. —María me extendió un sobre y comencé a temblar.Otra carta. ¿Pero dos cartas en un intervalo tan corto? No es posible. Estaba paralizada mirando el sobre. Sentí una mano en mi hombro y vi que la carta era retirada de mis manos.—Déjame esto a mí, Ruiseñor. —Heitor estaba detrás de mí—. No dejes que esto arruine tu día.Pero ya era demasiado tarde, aquello ya había p
"Rómulo"Llevo mucho tiempo aquí, casi un año, todo porque el juez decidió condenarme por secuestro después de que invadí la casa de Samantha. Una tontería como esa y perdí mi condición de primerizo. Mi abogado dijo que el abogado de Samantha era muy bueno y que trabajó mucho con el fiscal para conseguir mi condena.Y seguía trabajando para perjudicarme usando las cartas que le enviaba. Mandar las cartas me estaba perjudicando mucho, necesitaba conseguir un teléfono aquí. Pero eso costaba muy caro. Aun así, hablaré con Nick, ella me ayudará, me ha estado ayudando en todo desde que la conocí.Apenas me encarcelaron, conocí a un tipo, Sandro, nos llevamos bien desde el principio y me dijo que necesitaba una visita que me resolviera las cosas en la calle. Tenía razón, pero yo no tenía a nadie para eso, entonces terminó presentándome a Nick, que es su hermana. La chica es genial, responsable. Se ocupa de todo lo que le pido y no falta a una visita. Y hablando de visitas, ahí viene.—¡L
"Heitor"Quedé con Patricio en el club hoy para un partido de tenis. Hace tiempo que no jugamos. Acabé llegando un poco más temprano y me senté cerca de la piscina, aprovechando un poco del calor de la mañana.Estaba observando a un niño pequeño muy animado jugando con su padre en la piscina. Llevaba días con un pensamiento rondando mi cabeza y ver aquella escena me hizo desear algo que nunca antes había querido. Pero no sabía cómo hablar de esto con Samantha.Estaba perdido en mis pensamientos cuando me llamaron y vi a una mujer de pie a mi lado.—¡Heitor Martínez! Cuánto tiempo.Miré a la mujer parada a mi lado, alta y esbelta, de piel clara y con pechos de silicona. No la veía desde hacía muchos años, parecía incluso haber sido en otra vida. Y no tenía ninguna gana de volver a verla.—¡Nicole! Ya hace mucho tiempo. —Respondí, pero ni siquiera moví un músculo para saludarla.—¿Y no merezco ni un abrazo? ¿Ni un beso? —Nicole me sonreía como si fuéramos viejos amigos.—No, no l
"Samantha"—¿Tía Sami? —Escuché a Enzo llamarme desde dentro de la casa.—Aquí en la terraza, Enzo. —Respondí, sin ánimo para levantarme e ir hasta él.Apareció y me vio acostada en la tumbona, mirándome con una carita desconfiada.—¿Está todo bien, tía?—Sí, querido, solo estoy un poco desanimada hoy.—Hmm. ¿Necesitas algo? —Era muy servicial, pensé por un momento y sonreí.—¡Un pedazo de ese pastel de chocolate que está en la cocina con mucha cobertura! —Le sonreí y él me devolvió una gran sonrisa.—Creo que voy a traer dos pedazos. —Me guiñó un ojo.—Entonces llama a Clara y trae tres.Nos sentamos los tres allí y devoré mi pedazo de pastel e incluso robé algunos bocados de Enzo.—¿Quieres más, tía? —Se rio, extendiéndome el plato.—Mejor no.—¿Pastel de chocolate antes del almuerzo? —Heitor llegó con una hermosa sonrisa.—Un pequeño pecado, mi lindo. —Le sonreí—. ¿Quieres?—No, Ruiseñor, gracias. —Me dio un beso en la mejilla cuando se sentó a mi lado—. ¿Y qué tenemo
"Samantha"Por más que estuviera enloqueciendo por dentro, no podía simplemente meter la cabeza en un agujero y quedarme quieta. Le había prometido a Clara una fiesta de pijamas y ella había invitado a cuatro amiguitas, además, ya habíamos preparado todo el día anterior, así que tenía que cumplir con lo acordado.—Mi diosa, realmente eres una visión maravillosa. —Heitor se levantó del sofá y vino hacia mí—. ¿Estás mejor? —Preguntó al abrazarme.—Sí, estoy bien. —Le di un beso rápido.—Mis amores, es lo siguiente: hoy es la fiesta de pijamas de Clara, así que me gustaría pedirles a los chicos que se mantengan fuera del camino de las niñas. Vamos a usar la sala de juegos. —Avisé y vi la carita de Clara iluminarse.—Tía, puedo cancelar con las niñas, ya que no te sientes bien. —Se ofreció gentilmente.—¡De ninguna manera! Estoy ansiosa por esto. —Le sonreí.—¿Esto significa que no podemos jugar videojuegos? —Enzo preguntó con aire preocupado.—¡Exactamente! —Confirmé.—Está bien,