36. TE QUIERO
Raquel Martínez
Llego a la empresa y voy directo a la oficina del ojiverde sin detenerme a preguntar si está o no.
Abro de golpe la puerta y él levanta su cabeza al instante, al verme una sonrisa aparece en su rostro.
— Que sopresa más agradable... —dice—. ¿Por qué no me...?
Calla al ver mi cara de angustia mientras trato que mi respiración vuelva a la normalidad.
— ¿Qué ocurre?
— Yo... el parque... un niño... —balbuceo, echándome aire a la cara con ambas manos.
— A ver, Raquel —se levanta de su asiento y viene hacia mí—. Siéntate, tranquilízate y dime qué te ocurrió.
Tomo una bocanada de aire y la expulso tratando de tranquilizarme, tomando asiento junto a él en los sofás del rincón.
— Yo... estaba en el parque en el que estábamos ayer y un niño se acercó a mí, y me dió esto —le entrego el sobre.
Él lo toma con desconfianza y a medida que va leyendo lo que hay dentro su ceño se frunce.
— ¿Qué es está ridiculez?
Arrugo la hoja y la lanza en el cesto de basura.
— ¿Quién era ese niño?