— ¿Es-Esta aquí adentro? —me preguntó con voz temblorosa.
—Sí.
Vi como respiró profundo y abrió la puerta de la habitación de Eidan.
Gimió de dolor al verlo y corrió hacia él quien se encontraba dormido, fue cuestión de segundos para que empezara a llorar.
—M-Mi… —corrí hasta ella cuando vi como trastabillaba en su lugar, la agarré de los brazos.
—Ven, siéntate —negó rápidamente.
—Mi hijo…m-mi be…bebé —empezó a sollozar sin parar, su cuerpo temblaba sin control.
La atraje hacia mis brazos, apretándola lo más que podía a mí. Necesitaba saber que no estaba sola, que el dolor era el mismo y que juntos ayudaríamos a nuestro hijo.
—Se despertará y no querrás que te vea llorar —le susurré al oído—. Podemos salir y volver cuando ya te encuentres bien.
—N-No, me quedaré —se separó de mi y empezó a limpiarse torpemente su rostro, lo cual era en vano pues más lagrimas seguían saliendo—. Ya pasamos mucho ti-tiempo alejados.
Fue hasta él y se sentó en la cama, donde se quedó por más de d