-Por fin en casa- sonreí viendo todo como si fuese la primera vez que vengo después de tanto tiempo, esos pisos lustrados con la alfombra azul y paredes bien decoradas nunca las había echado de menos como ahora, incluso las inusuales pinturas de ángeles de siglos previos y la singular escultura de cuervo me parecen más bonitas que antes.
-Recuerda que no debes hacer movimientos bruscos, por lo menos en dos semanas- y mi alegría se arruinó al oír la voz de Damián, tan mandón como siempre.