Sin esperar respuesta alguna, realiza una incisión con el cuchillo, tan grande como su dedo índice. El grito de dolor del hombre se abre paso a través de todo el apartamento. Steve se acerca con algo de nerviosismo e introduce un pedazo de tela en la boca de Jenkins. “Sin duda si hay alguien o algo cerca buscándonos, sabe dónde encontrarnos”, piensa Catarina mientras da el siguiente paso. Mete la punta del dedo en la cortada para corroborar que esté bien y luego con mucho cuidado pasa el pitillo plástico a través de la incisión. Amy y Miriam sujetan el cuerpo del hombre para someterlo a la mesa. Inhala y ve que a través del utensilio comienza a salir el líquido que se estaba acumulando en los pulmones. “¡Gracias al cielo!”, piensa sin evitar lanzarle una mirada a la mujer pelinegra frente a ella. Jenkins toma una