Apenas pisamos la calle, siento una ola de calor tal como si alguien estuviese apuntándome con un secador de pelo gigante. —¡Que calor!— Exclamo de manera bastante exagerada y ella ríe.
—Verano en Las Vegas cariño.— Me dice con una media sonrisa prepotente que me dan ganas de quitársela a punta de besos. —Ven, allí esta nuestra limosina.— Anuncia señalando el lujoso auto color negro y siento que hemos hecho un viaje en el tiempo a cuando nos conocimos.
—Ha regresado mi diva.— Bromeo y ella me da un corto beso.
—Solo tuya.— Comenta con una amplia sonrisa y el chofer nos ayuda a subir las maletas a la limusina mientras que nosotros entramos en el interior.
—Aquí está m