Tara y Alexander salieron de la revisión de su nuevo médico. Habían cumplido los cuatro meses de embarazo, su vientre estaba creciendo día a día. No querían saber el sexo de los gemelos, querían que la vida los sorprendiera.
— ¿Quieres ir a la torre Eiffel? Cerca de ahí hay un buen restaurante. —preguntó Alexander a Tara, quien pareciera distraída.
—Claro, donde tú quieras. —luego desvió su mirada hacia la ventanilla. Alexander lo notó, después pasó su mano por la pierna de Tara y la acarició. Ella se volvió hacia él.
— ¿Qué pasa? ¿Qué te preocupa? —Tara lo miró detenidamente.
—Quiero que nuestros hijos nazcan en nuestro país. —Alexander arqueó una ceja, intrigado.
—Lo sé, yo también.
— ¿Entonces? Mi estómago crecerá y será imposible viajar…—Alexander entendió.